OPINIÓN

La financiación de las empresas castellano-manchegas. Perspectivas futuras.

Viernes 27 de julio de 2018
Estamos viviendo un período jamás visto en la historia financiera, el de los tipos negativos, por ello no sabemos dónde está la rentabilidad dada la masiva intervención de los Bancos Centrales.

Vivimos en un mundo virtual, pero sigue vigente la premisa de que la primera regla de la inversión es que no pierdas dinero y la segunda que nunca olvides la primera regla.

Las compras de deuda pública y de deuda corporativa son positivas, pero están creando un entorno artificial. A corto plazo es bueno para estimular la economía, pero a largo plazo el panorama no es tan cristalino, se necesitan reformas estructurales, pero nadie vota a un partido que establece medidas dolorosas. Así que es difícil para los políticos adoptar medidas restrictivas del gasto público porque quieren volver a ser reelegidos.

El fin de las medidas no convencionales del BCE anunciado para finales del año vigente puede ser el final del mana del acceso a la financiación a tipos excepcionales. Ahí está el riesgo para la economía de la región, se debe identificar que parte de la economía real- nuestros agricultores castellano manchegos son un ejemplo de ello- sería inviable si el coste de financiación se incrementa considerablemente.

Existen estudios que reflejan la existencia de empresas zombis o necesitadas de ayuda, que no serían viables en un escenario de incremento de los costes de financiación

Ante esta situación, las entidades financieras debieran fortalecer sus vínculos con el tejido productivo de la sociedad. En Castilla la Mancha, la industria agropecuaria que se caracteriza por el dinamismo, internacionalización y la laboriosidad propia de los castellano-manchegos es un claro ejemplo de ello.

Un aspecto esencial para reconectar la banca con la sociedad y las necesidades de la actividad empresarial es redefinir el componente relacional. Lo que sucede actualmente es que la digitalización y la tecnología invitan a una refundación de esa interacción. Móviles, internet y las redes sociales ofrecen otras alternativas en el vínculo banca-cliente que relativiza el papel de la distancia en los servicios financieros.

Ante este diagnóstico, La Comisión Europea está reflexionando sobre un hipotético plan para suavizar las exigencias de capital a los bancos para facilitarles la concesión de créditos a las pequeñas y medianas empresas. Bruselas ha detectado que el tsunami regulatorio surgido tras la reciente crisis financiera para reforzar la solvencia del sector financiero pudiera estar entorpeciendo la capacidad de financiar las actividades empresariales por parte de las entidades financieras.

Sin perjuicio de ello, la otra cara de la moneda es que el 60% de los bancos europeos tienen hoy más del doble del capital que en el año 2011, lo que significa que están más saneados pero también que la situación de tipos de interés negativos genera que su rentabilidad revista caracteres de fragilidad desconocidos anteriormente . Hoy, los tipos de depósito son negativos y eso es amenazador para la salud del sector financiero.

Por otro lado Llos economistas detectan que la financiación de las compañías, especialmente las pymes, puede estar al menos parcialmente amenazada por los nuevos requisitos regulatorios de solvencia exigibles a las entidades financieras y por la reducción progresiva de los estímulos monetarios por parte del Banco Central europeo.

Esta situación nos obliga a hacer de la necesidad virtud, y obliga a los políticos, organizaciones de empresariales y de trabajadores a alinearse en la búsqueda de objetivos comunes que permitan una financiación saludables para las compañías que les permita seguir innovándose tecnológicamente así como seguir exportando a los cada vez más competitivos mercados internacionales.

Las crisis forman parte del metabolismo del sistema capitalista pero todas no son iguales. Los ciclos económicos son cada vez más cortos y los retos que se nos presentan ahora no son sencillos, nuestros políticos debieran recordar que el fracaso, cuando se ha hecho lo correcto, sigue siendo una victoria.

Juan Munguira
Miembro del comité gobierno corporativo de la OCDE

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