Los clásicos aplaudían el consejo de negociar poco, ya que no aumentan las fuerzas por comer mucho sino por digerir bien.
Juan Munguira | Martes 02 de octubre de 2018
El objetivo actual es crecer, crecer y crecer y hacerlo por encima de la competencia para ganar cuota de mercado, pero para conseguirlo necesitan enamorar a los consumidores, este es el desiderátum que toda empresa rubricaría sin cortapisas de ninguna clase. El éxito está en la suma entre tecnología y comercialización, se afirma de manera cuasi unánime.
Sin embargo, los hechos y vicisitudes que soportan las economías, las naciones y las empresas no dependen de lo que podemos desear y menos de lo que puedan anhelar los agentes económicos y los gobernantes. La realidad es muy tozuda y se acaba imponiendo por encima de los deseos particulares, obligando a revisar las previsiones económicas y a adaptar los proyectos empresariales.
El crecimiento, la revolución y el comercio digital deben apostar por el emprendimiento desde los valores y por la innovación desde la tradición, representada en Europa y principalmente en España por los tres pilares tradicionales, la religión judeocristiana, la filosofía griega y el derecho romano. Atenas, Jerusalén y Roma- la Acrópolis, el Gólgota y el Capitolio- conforman nuestro ser también en las relaciones comerciales.
En relación a la nación española necesita crecer, pero saludablemente, ampliar su margen fiscal, asegurar un superávit presupuestario primario y contener sabiamente la deuda pública con un justo, equilibrado y sensato gasto social. Pero no puede olvidarse que una débil mejora no puede asentarse en un entorno de baja inflación.
Tras la última crisis financiera que destruyó demasiadas empresas en Europa, muchos afirmaron que uno de los grandes problemas era el escaso tamaño de sus empresas, así como la falta de capacitación para hacer frente a las demandas de los nuevos consumidores digitales.
La experiencia del fracaso de muchos emprendedores y la irrupción de una nueva generación nacida al albor de las nuevas tecnologías ha impulsado el nacimiento de nuevas compañías, que integran toda la cadena de valor del producto a través de Internet, desde el diseño y fabricación hasta la venta y distribución de los productos por las propias empresas productoras.
El nacimiento de esta nueva tipología de compañías supone un tsunami en el tradicional mundo de los negocios, la desaparición de la clásica dependencia que se tenía de los proveedores e intermediarios y el fortalecimiento de la capacidad de los fabricantes de conquistar a sus clientes sin eslabones intermedios.
Este modelo de negocio conocido como marca nativa digital, está revolucionando el mundo del comercio minorista y también el de los grandes distribuidores, ya que se trata de empresas que utilizan la universalidad y capacidad de expansión ilimitada que les proporciona el comercio electrónico para acceder a un mayor número de mercados y de consumidores.
El comercio electrónico supone actualmente el 15% en los países más desarrollados y se espera que alcance dígitos hasta del 50% en un horizonte temporal no demasiado lejano. La apuesta de las empresas españolas por la digitalización está aumentando, el 30% ya vende a través de internet.
La irrupción de esta imparable transformación digital, supone que las empresas, especialmente las exportadoras, deben actualizar sus equipos para colocar al usuario en el centro de su nueva estrategia global y comercial, más allá de sus tradicionales límites territoriales.
Las empresas apuestan por obtener cada vez más información sobre los clientes para satisfacer sus necesidades. Los ejes son transparencia, flexibilidad, personalización y trazabilidad. La frontera entre IT y negocio está desapareciendo. En esta estrategia, las redes sociales juegan un papel esencial, no son un canal de exposición sino de relación son sus consumidores finales.
Sin embargo, la tecnología que no se domina es muy peligrosa, por lo que se antoja necesaria la convivencia de la innovación con sistemas de explotación más tradicionales durante un período transitorio.
La digitalización que evita el contacto físico con productos y clientes, no debe olvidar lo que el derecho romano propugnaba, las buenas ideas y los buenos productos no necesitan ser vendidos con engaños.
Juan Munguira
Profesor del mercado financiero
Noticias relacionadas