Los versos sueltos de Natalia
Martes 09 de abril de 2019
El hilo mágico
Se aferra a la vida con un hilo mágico pero frágil.
Cuando ella camina sus pasos son una caricia que mece mansamente las aguas tibias en las que flota, en las que baila con la única música del eco de su voz.
Se recrea en la ingravidez y juega con sus extremidades que todavía amorfas parece que no le pertenecen.
Mira atentamente, sin parpadear, los cinco dedos de una de sus manos.
Los estira y los encoge a su antojo, aprendiendo que él es el único dueño de su cuerpo pequeño e indefenso. Son suyos y se los lleva a la boca ensayando un beso.
Succiona el pulgar deleitándose con su sabor a vida.
Hace el pino, una voltereta y da patadas que rebotan en el reducido espacio que es todo su universo.
El tiempo fluye despacio en su pequeño palacio de cristal.
Se queda dormido rodeado de una oscuridad tranquilizadora, acariciado por su rítmica respiración, acunado por la nana del fluir del agua que abraza su vida.
Voces desconocidas lo despiertan. Un objeto punzante lo atrapa, cinco dedos desconocidos lo ahogan y cortan el hilo, haciendo que desaparezca la magia y con ella cualquier esperanza de vida.
Sin cerrar los ojos le envuelve una oscuridad mucho más densa, su mano diminuta se afloja sin poder asirse a nada.
No puede llorar, porque no sabe.
Antes de nacer exhala su único y último aliento.
Antes de nacer, muere...
Natalia Sanchidrián Sainz
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