Cartas al Director
Viernes 17 de mayo de 2019
Aunque estemos en plena campaña electoral, y pueda sonar hacer publicidad por un determinado partido político, el Hospital Universitario de Guadalajara continúa funcionando de pena, parte de la culpa será sí, del Gobierno Regional, pero otra parte la tiene la propia gerencia.
Les contaré mi caso, a partir de él, cada uno puede sacar sus propias conclusiones, y no lo cuento para encontrar un culpable, no se trata de eso sino de reflexionar si realmente lo que tenemos en el hospital o en la sanidad en su conjunto es lo que nos merecemos como sociedad o por el contrario, nos hemos acomodado a lo que quieren hacer de nosotros como “número de historial, o como número de tarjeta sanitaria”.
Piensen sobre todo que desgraciadamente no es un caso aislado, lo malo de todo esto es que nadie se atreve a dar un paso adelante para que se nos trate como personas que es en el fondo lo que creo que nos merecemos.
Después de más de un año en lista de espera para una intervención quirúrgica, recibo una llamada para que en este mes de mayo pasara a consulta de Anestesia, de nuevo para valorar el segundo preoperatorio, y seguidamente volviera a consulta de Cirugía Vascular para explicarme la operación que quedaba programada para el 15 de mayo.
El 14 de Mayo acudo a consulta con el anestesista, el cual da el visto bueno para la realización de la intervención, a continuación, tal y como se me indicó, acudo a consulta de cirugía vascular, se da la coincidencia que un familiar cercano ese mismo día también tiene revisión en la consulta de Neumología, el cual tiene que depender de un concentrador de Oxígeno portátil, después de cierta espera decido preguntar si me van a atender en un breve espacio de tiempo, dado que solo era mero recordatorio de cómo se llevaría a cabo la intervención, se me indica que informara a su compañera de mi situación y que no será demasiado lo que debería esperar para ser atendida.
Tras esperar un tiempo más que prudencial al concentrador portátil se le acaba la batería, nos ponemos en ese momento a buscar un enchufe para recargarla y cuál es nuestra sorpresa que en ese pasillo no hay ninguno, coincidiendo que una enfermera se encuentra en el mismo, nos indica, de no muy buenas formas que nos fuéramos a otro pasillo.
Todo eso sucede dentro de mi jornada laboral, y dado que esta segunda profesional nos indica que no seré atendida antes de mi hora de consulta decido incorporarme a mi puesto de trabajo, a las 10:30h., a las 13:00h., debo volver a salir de mi puesto de trabajo, y regreso al hospital para que me atiendan y me informen por fin de cómo se va a desarrollar la intervención y de la hora de ingreso.
Al llegar a la consulta, sin notificación previa por ninguna vía (llamada telefónica, mensaje, notificación postal...) el propio médico me informa que ha surgido una “urgencia” y mi intervención no se llevara a cabo el día que estaba programada (recordamos que era para el día 15, al día siguiente de la consulta). Al preguntar si se sabe cuándo se podrá llevar a cabo la misma, me indican que no se sabe y que ya me avisarán.
Todo esto, no solo influye sobre el paciente que tiene que pasar por una intervención quirúrgica, sea de mayor o menor complejidad, o de mayor o menor urgencia, el estado de ánimo del paciente que, trastocado, porque ya se ha preparado para ello en todos los ámbitos de su vida. La familia, también se ve involucrada en un “caos” que no creo que sea tan difícil de controlar.
Pero al mismo tiempo también a nivel laboral influye, ya que una baja laboral supone buscar al trabajador que realizará la sustitución, con el aprendizaje que conlleva, no todos trabajamos como funcionarios con un puesto fijo, pase lo que pase.
Lo que más molesta de toda esta situación es que encima estamos hartos de oír que no hay lista de espera, que la Sanidad funciona muy bien, al menos que no nos tomen por tontos, sigue habiendo lista de espera, seguimos estando seguramente por detrás de otros sistemas sanitarios.
Reflexionemos si queremos seguir manteniendo este sistema, o por el contrario debemos dar un paso adelante y empezar a quejarnos de aquello que no nos parece justo.
María Jesús Bravo González
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