OPINIÓN

Los verso sueltos de Natalia: “Inexorable principio del fin”

Lunes 20 de mayo de 2019

Cada vez que el dolor partía en dos su vientre se olvidaba de contar.


Seis minutos, sesenta y seis veces hasta que nació envuelto en sangre y dolor, desgarrando su interior.

Contra todas las leyes de la naturaleza sus brazos interminablemente largos asomaron adelantándose al resto. Sus piernas absurdamente desproporcionadas se enroscaban en un dibujo imposible alrededor de su cuerpo.

No hizo falta el azote en las nalgas para provocar su llanto. Un alarido inhumano invadió el paritorio.

Una tormenta de granizo golpeó furiosamente esa tarde de verano, tiñendo de negro el cielo y blanqueando la puerta de entrada al infierno.

Su cara extremadamente pequeña y angelical se arropó entre sus senos henchidos de amor maternal.

Mamó despacio con una lengua viperina y áspera fijando en ella una mirada imperturbable y mezquina.

Apartó la cara para que no la viese llorar y rezó en silencio por su alma ya condenada.

Durante meses no emitió sonido alguno y la devoraba mientras ella se debilitaba cada vez más.

Una mueca disfrazada de sonrisa se dibujó en su cara cuando agonizaba.

Su padre desde el infierno lo observaba complacido, pasando la lengua por sus labios henchidos de lujuria, frotando su miembro diabólico con garras deformes.

Anticipaba su triunfo.

Su hijo ya estaba en la tierra.

El principio del fin se acercaba inexorablemente.

Natalia Sanchidrián Sainz

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