Miércoles 09 de octubre de 2019
Desde el día 6 al 27 de octubre, obispos de los nueve países que forman parte de la región amazónica, miembros de los dicasterios de la Santa Sede, responsables de congregaciones religiosas, expertos, auditores e invitados especiales, participan en el Sínodo sobre la Amazonía, convocado por el papa Francisco.
Es la primera vez que un sínodo se centra en el estudio de la situación humana, espiritual, económica y social de una zona de la tierra en vez de ocuparse de un tema pastoral concreto, como ocurrió en los últimos sínodos sobre la familia y la juventud. Esto quiere decir que hemos de vencer la tentación de la indiferencia, pensando que los temas que se traten en el sínodo no nos afectan a nosotros.
Para superar esta tentación y para permanecer atentos a las deliberaciones y conclusiones del encuentro sinodal, hemos de tener muy presente que, aunque la reflexión estará especialmente centrada en el anuncio de Jesucristo y en el cuidado de la naturaleza de esta zona del planeta, sin embargo, las soluciones para afrontar el cambio climático y la correcta utilización de los bienes de la tierra nos afectan a todos.
Cada ser humano y, de un modo especial, los cristianos deberíamos ser muy conscientes de la estrecha relación existente entre el mandato divino a los seres humanos sobre el cuidado de los bienes de la tierra y la supervivencia de la humanidad. Si no asumimos esta íntima relación, difícilmente podremos poner los medios para impulsar un progreso social que esté al servicio de la persona, que busque la paz y que preserve el ambiente.
Aunque se ha perdido mucho tiempo en afrontar este problema y muchas personas aún no han tomado conciencia de las graves consecuencias de los incendios provocados, de la deforestación y de la explotación indiscriminada de los recursos naturales, sin embargo, aún estamos a tiempo de asegurar a las generaciones futuras una vida mejor y una tierra habitable. Para ello, hemos de superar el egoísmo, la búsqueda del propio interés y la defensa obsesiva de los propios derechos. El futuro del planeta y de las generaciones venideras depende de nosotros.
Muchas comunidades cristianas están preparando el sínodo con la oración y con la reflexión comunitaria sobre los temas a tratar en el mismo. Puesto que los padres sinodales y los expertos en el tema deberán buscar, con la luz del Espíritu, nuevos caminos para el anuncio del Evangelio a los habitantes de la Amazonía, todos deberíamos acompañarlos con nuestra oración.
En este mes misionero extraordinario, no dejemos de pedir a Dios por el fruto del sínodo y por los misioneros que ofrecen cada día la Buena Noticia del amor y de la salvación de Dios, compartiendo sufrimientos y esperanzas con los miembros de sus comunidades.
Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.
Atilano Rodríguez, Obispo de Sigüenza-Guadalajara
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