OPINIÓN

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara : Estad despiertos

Miércoles 11 de diciembre de 2019
Los primeros cristianos, que viven el seguimiento de Jesucristo en medio de opresión de los judíos y la persecución de los romanos, tienen serias dudas ante la venida de su Señor. Con sus enseñanzas, Jesús no les clarificará las dudas, pero sí les invitará a vivir en actitud de oración y a poner su confianza en el Padre celestial.

En nuestros días, muchos hermanos viven también haciendo cálculos ante los acontecimientos presentes y futuros. Pretenden encontrar soluciones y escuchar respuestas convincentes ante los problemas de la existencia, pero no las encuentran porque las buscan en los propios criterios o en los criterios del mundo. Las respuestas humanas no pueden ofrecer nunca la luz necesaria para responder a los profundos interrogantes del corazón humano y para resolver las dudas existenciales.

Solamente Jesús, que se define a sí mismo como la luz del mundo, puede iluminar las oscuridades del camino, ofrecer la verdadera liberación de las limitaciones humanas, curar las enfermedades del espíritu y perdonar los pecados. Por esto, invitará a sus discípulos, no sólo a seguirle, sino a caminar a la luz de su Palabra y a no dejarse engañar por los criterios del mundo.

Ante las oscuridades y tinieblas, que pueden acecharnos a todos en distintos momentos de la vida y que pueden provocar incertidumbre ante el futuro, el mayor peligro no está en lo que cada uno piense, sino en lo que haga. Hay modos de comportarse y estilos de vida que nos impiden esperar y acoger la liberación que Dios nos ofrece a todos.

Por ello, deberíamos preguntarnos: “¿Cuáles son esas formas de vida que pueden frustrar nuestra liberación?” Sin duda, aquellos comportamientos que tienen su origen en un corazón endurecido ante los problemas de nuestros semejantes y que nos hacen insensibles ante las manifestaciones de amor y de misericordia del Padre celestial.

Cuando el corazón humano se endurece debido a la obsesión por el dinero, a la búsqueda del placer y al servicio de las ideologías, con el paso del tiempo llega a olvidarse del querer de Dios. Alejado de Dios, el ser humano llega también a cerrar sus oídos y sus ojos al clamor de los marginados y a la mirada entristecida de los necesitados.

Por eso, en medio de las oscuridades y dificultades del camino, necesitamos pedir la luz de Dios para no permanecer en la oscuridad y para no dejar que nuestro corazón llegue a endurecerse por buscarnos a nosotros mismos o por dejarnos arrastrar por las ideologías. Sin la ayuda del Señor, no podremos permanecer por mucho tiempo en su servicio ni podremos ponernos con decisión al servicio de nuestros semejantes.

Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.

Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara

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