Hace diez días China anunciaba que iba a construir dos hospitales en Hubei para poder alojar a los infectados por el nuevo “Coronavirus”.
El hospital Huoshenshan se está levantando en un área de 27.000 metros cuadrados y tendrá capacidad para casi 1.000 camas. Este martes está previsto que el hospital esté finalizado y pueda abrir sus puertas.
El otro hospital en Leishenshan, albergará 1.600 camas y se espera que se ponga en funcionamiento el próximo viernes.
Pero, ¿cómo es posible que China pueda construir un hospital en apenas 10 días y en Guadalajara llevemos más de diez años…y seguimos sin un nuevo hospital?
Al margen de todas las elucubraciones posibles al respecto y huyendo del argumentario de los miles de estómagos agradecidos que el actual presidente Page ha ido colocando a lo largo y ancho de ésta, nuestra Castilla La Mancha, lo cierto y verdadero es que después de diez años (se dice pronto) Guadalajara sigue sin tener un nuevo hospital.
Hace unos meses Page vino a Guadalajara y se “pasó a visitar las obras del futuro hospital de Guadalajara”. Ante la inactividad y ritmo lento de la construcción de dicho hospital, las malas lenguas dijeron que para “dar sensación de actividad frenética”, el presidente Page “se rodeó de un grupo de trabajadores ‘prestados’ de otras empresas de Guadalajara, ajenas a las obras del Hospital…Fueron allí de figurantes y, en cuanto terminó la ‘ilustre’ visita se marcharon por donde habían venido”.
Sea como fuere, conviene recordar lo que en su día me dijo el Encargado de Negocios de la Embajada de España en Pekín, la hiperregulación normativa que tiene España hace “que nuestro país no sea competitivo y pierda muchas oportunidades de negocio”.
Y es que en España existen más de 100.000 normas legales, dos tercios de las cuales corresponden a legislación autonómica. Si a esto le sumamos la actual Ley del Suelo y el papel que desempeñan las comunidades autónomas y los ayuntamientos, se puede colegir, (sin ser un lince) que la excesiva regulación y la complejidad normativa (en muchos casos contradictoria entre sí) hace que nuestro país sea menos competitivo y pierda cada vez más inversiones y oportunidades comerciales.
Si a este panorama le sumamos el hecho de la idiosincrasia de los españoles el resultado no puede ser menos halagüeño. En este punto, no hay que perder de vista los cientos de casos de corrupción ligados en un 90% al mercado urbanístico y a la financiación ilegal de los partidos políticos, amén de “los piratas de turno” muy amigos del dinero público…
Me decía, con acierto, un Técnico Comercial del Estado destinado en Hong Kong, que “la diferencia es que ante una oportunidad de negocio, los españoles perdemos el tiempo en cuánto nos vamos a llevar cada uno antes de hacer el negocio, mientras que los chinos, primero consiguen el contrato, y luego, ya se podrán de acuerdo cómo repartir las ganancias…”
Grandes contratos y licitaciones internacionales en Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí, por poner solo algunos ejemplos, están gestionados y participados por excelentes y cualificados profesionales de empresas españolas en el campo de la ingeniería, consultoría, infraestructuras y obra civil, por lo que el problema no es la cualificación de los recursos humanos de España, (que fuera de nuestras fronteras trabajan y trabajan muy bien) sino más bien, la complejidad burocrática y excesiva reglamentación que unos políticos mediocres y de medio pelo han configurado para crear una red clientelar que se retroalimenta de recursos económicos y…votos.
Y mientras, la casa sin barrer…Guadalajara, después de diez años, sin un nuevo hospital y…lo que te rondaré morena.