Miércoles 01 de julio de 2020
Acechando sus sueños
Se tambalea hasta la ducha con los ojos entrecerrados y el pelo alborotado.
Abre el grifo y deja que el agua abrasadora acaricie su cuerpo aún dormido. Echa la cabeza hacia atrás y se deja querer.
El vapor empaña el cristal de la mampara dibujando fantasmas que existen solamente en su mente. Frota con la mano para borrarlos queriendo que desaparezcan para siempre.
El agua resbala por sus curvas hasta el desagüe perdiéndose en el olvido de lo inconsciente junto con gotas repletas de temor y sudor.
Una luz macilenta entra por la ventana, perezosa también porque se ha contagiado de su pesadilla que aunque olvidada sigue ahí amenazante. Seguramente hace guardia hasta que llegue el descuido y la desidia propia de todas las noches. Acechando sus sueños.
El cielo de ese amanecer de verano está azul, limpio, desprovisto de nubes.
La claridad impecable de la mañana termina por vencer a sus demonios nocturnos, siempre alertas, siempre insomnes.
Estremecida por el frío de los albores del día, se envuelve en una toalla que está áspera y araña su piel despertándola del todo, devolviéndola a la realidad, alejándola del misterio de la noche, del miedo a lo desconocido, de la proximidad irremediable de la muerte que presiente en su pesadilla recurrente.
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