REDACCION | Miércoles 07 de octubre de 2020
La descarriada, mujer florero, el objeto de deseo o la santa. Muchos han sido los estereotipos que el arte español ha legitimado y muchas las artistas olvidadas que trabajaron en él.
Todas ellas están en “Invitadas”, la exposición “más ambiciosa” del Prado para saldar su deuda histórica con las mujeres.
Para el director de la pinacoteca Miguel Falomir esta no es solo la exposición “más ambiciosa" de la pinacoteca sobre las mujeres sino también "la más compleja desde el punto de vista conceptual", con un trabajo de investigación de más de dos años.
“Invitadas. Fragmentos sobre mujeres ideología y artes plásticas en España (1833-1931)” ve la luz seis meses después de su programación inicial, por la pandemia de la COVID-19 y por ahora, solo podrá ser disfrutada por los madrileños por el cierre de la capital.
La propuesta de la exposición, que permanecerá en el museo hasta marzo de 2021. Los 130 obras que la integran son casi todos de fondos de la pinacoteca, que solo tiene medio centenar de pintoras y casi cinco mil autores hombres.
La mayoría fueron adquiridas como premios en las exposiciones nacionales de bellas artes de la época, y luego pasaron a engrosar la colección del Prado.
“No se trata de una bienal sobre pintoras, ni de arquetipos. Se trata de dar visibilidad a las pintoras del siglo XIX y primeras décadas del XX y explicar el molde patriarcal al que tuvieron que hacer frente”, explicaba el comisario de la muestra, conservador del Área de pintura del siglo XIX, Carlos G. Navarro, durante su presentación.
El recorrido se estructura en dos parte, una con obras firmadas por hombres y en los que la mujer ocupa un papel subsidiario, y un segundo bloque que muestra a una serie de autoras de la época, en muchas ocasiones por primera vez y completamente desconocidas para el gran público.
Obras de José Belliure y Gil, Mateo Inurria, Ignacio Zuloaga o Raimundo de Madrazo comparten protagonismo con desconocidas pintoras como Maria Roësset Mosquera, Flora López Castrillo, Aurelia Navarro Moreno, Jane Clifford -una de las primeras fotógrafas-, la copista Emilia Carmena de Prota o Concepción de Figuera Martínez-Güertero, que firmaba como Luis Lármig.
También hay varios cuadros de reinas que fueron pintoras como Isabel II, que cuenta en la muestra con una copia de la “Sagrada familia del pajarito” de Murillo, y de pintoras de bodegones y miniaturas, dos de únicos géneros en las que muchas mujeres pudieron desarrollar su carrera.
La pinacoteca ha hecho un gran esfuerzo de restauración, se han restaurado 40 cuadros, y algunos de ellos formarán parte de la reordenación que el museo prepara sobre la colección del siglo XIX, ha prometido Falomir.
En total son una veintena de temas y 130 obras. Probablemente será la selección de desnudo “la que acumule más polémica”, ha reconocido el comisario. Las obras elegidas ponen el acento en la “validación de la violencia que se ejercía contra mujeres” en la época.
Se puede ver a esclavas desnudas o a las modelos que lloran porque no quieren posar, aunque más escandalosos son dos cuadros de Pedro Sáenz Sáenz con niñas prepúber, desnudas y en clara actitud sexual que en la época no solo no generaron ninguna sorpresa, sino que fueron adquiridas y premiadas por el gobierno conservador de Cánovas del Castillo. Una de ellas posa con sus juguetes.
Para ofrecer un mapa más preciso de las arte firmado por mujeres no solo hay pintura y escultura, también hay bordado, una de las “artes menores” a las que se relegaba a las mujeres; y cine, con varias obras de Alice Guy, una pionera de la ficción del cine, que ha sido sepultada por la historia pese a que llegó a filmar más de mil películas.
El filme que pone fin a la muestra es “Las consecuencias del feminismo”, una película muda en la que Guy recreó una sociedad ficticia en el que los hombres se encargan de las tareas del hogar y las mujeres trabajan y pasan buenos momentos en los cafés.
El Museo del Prado, igual que el resto de grandes pinacotecas del mundo, ha sido criticada por la falta de mujeres en su colección, aunque Falomir ha recalcado hoy el compromiso de visibilización de la mujer en su programación.
“El trabajo de esta exposición no lo ha hecho ningún otro museo europeo”, ha señalado Falomir. Se suma además a las dedicada a Clara Peeters en 2016 y a Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana del año pasado.
La muestra ha recibido críticas por parte de un grupo de críticos de arte contemporáneos por su propuesta y por su título, según ha reconocido hoy el comisario, quien ha destacado que numerosas críticas de arte feministas como Estrella de Diego participan en el catálogo.
El objetivo, ha añadido, es hacer una lectura crítica de la herencia recibida en la colección del museo: “Somos herederos de una manera de mirar, y es obligación de los museos hacer una revisión de ese canon”.
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