Revista de Prensa.- El Economista
Miércoles 22 de octubre de 2014
La prima de riesgo sube por la falta de recortes en el gasto y los retrasos en la reforma financiera. Muchos se habrán llevado las manos a la cabeza cuando la prima de riesgo alcanzó esta semana niveles no vistos desde enero. Sin embargo, los lectores de esta tribuna lo habrán visto con naturalidad. Lo llevamos advirtiendo desde hace semanas, aunque para los gobernantes es como predicar en el desierto. Ya tuvimos un susto en Bruselas cuando Rajoy lanzó su órdago sobre el déficit. Desde ese momento, la prima de riesgo española, que marca lo que pagamos por colocar nuestra deuda en el mercado, superó a la italiana y no hace más que crecer y desmarcarse. SIGUE
Rajoy y su equipo prometen un ajuste intenso, pero han pasado tres meses y aún desconocemos las medidas por culpa de las elecciones andaluzas.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, tuvo serias dificultades para convencer a sus colegas de que aceptaran un objetivo de déficit en 2012 inferior al previsto. Éstos exigían conocer las reformas y De Guindos les pidió un acto de fe, que aceptaron a regañadientes. La semilla de la desconfianza prende porque junto a la ausencia de medidas se instala la sospecha de que la reforma financiera no está logrando que la banca reconozca sus pérdidas y se recapitalice. Y eso que fue aplaudida a rabiar hasta por el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba.
elEconomista publicó hace unas semanas que Banca Cívica es insolvente, no puede cumplir con los requisitos del Banco de España y precisa capital externo. CaixaBank anunció que esta semana presentará una oferta por la entidad aún copresidida por Antonio Pulido y Enrique Goñi. Se trata de una propuesta de mínimos, es decir, por debajo de su cotización en bolsa, dada su delicada situación financiera.
El caso de Cívica es extensible a otras cinco o seis entidades, las denominadas fusiones frías, que creó, sin ningún criterio de mercado, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. Todas ellas aseguran que cumplirán los requisitos, aunque todos sabemos que es mentira.
Por eso, el ministro de Economía acaba de llamar a capítulo a Fernández Ordóñez para que acelere las fusiones. CatalunyaCaixa anunció ayer que entrará en pérdidas en 2011 al aplicar las nuevas provisiones sobre morosidad y que adelantará a antes del verano su privatización. Es la primera consecuencia del golpe en la mesa dado por Luis de Guindos. La siguiente operación sería la absorción de Banca Cívica, que no aguanta más. Unicaja Banco, presidido con acierto por Braulio Medel, también persigue su boda con Liberbank, que Manuel Menéndez no supo gestionar pese a que Ordóñez le regaló prácticamente la antigua Caja de Ahorros de Castilla-La Mancha (CCM).
En el mercado existe, sin embargo, la creencia de que este gobernador es incapaz de culminar la reestructuración financiera. Ello explica la inquietud de la prima de riesgo.
Luego está el asunto del déficit. Por si teníamos poco con elevarlo del 6 al 8,5 por ciento, por culpa de las autonomías, esta semana la Comunidad de Madrid presidida por Esperanza Aguirre, la única cumplidora hasta ahora, destapa un agujero de entorno a mil millones. Desde luego, lo primero que debería pensar es en despedir al consejero de Economía, Percival Manglano, que en otoño llegó a sugerir que, dado lo saneado de las cuentas públicas, podía bajar un punto el Impuesto sobre la Renta de los madrileños. Entre las tramas de corrupción de los políticos y los agujeros que nos dejan como herencia apenas ganamos para sustos.
Javier Arenas se enfrenta al resultado de las urnas este fin de semana en Andalucía. Su victoria absoluta sería un bálsamo para el resto de presidentes autonómicos, que estarían más dispuestos a cumplir con los duros ajustes impuestos por el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro.
Pero, por otro lado, si el escándalo sobre el uso fraudulento del dinero de los ERE trascendió con José Antonio Griñán en el poder, muchos esperan que cuando los nuevos responsables levanten las alfombras del Palacio de San Telmo, sede de la Junta de Andalucía, en vez de cucarachas, aparezcan miles de millones por justificar.
Con este panorama, ¿quién puede confiar para invertir en un país como el nuestro? El Gobierno debe dar a conocer cuanto antes los recortes para recuperar la credibilidad perdida, en vez de seguir dando motivos para las duras críticas que nos lanzan desde sus periódicos los analistas anglosajones.
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