REDACCION | Lunes 17 de mayo de 2021
Situado en los calizales de La Alcarria, tiene mucho de novedad, fuera de toda norma, y muchos motivos de interés que causan sorpresa a quienes no los conocen: una fuente vieja, un carrillón de hierro en la torreta del Ayuntamiento, dos plazas amplias y elegantes: la Plaza Mayor y la Plaza del Angel, y La Picota.
Sus fiestas patronales son las de la Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y la que a mediados de mayo dedican los labradores a San Isidro.
La Picota es sin duda su monumento más representativo, y uno de los más interesantes de la provincia de Guadalajara. “No hay fuentenovillero que no la lleve en su corazón, y la tenga en su recuerdo de manera permanente”, apunta Montserrat Rivas, alcaldesa de Fuentenovilla.
Fue declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento en 1991. Se conoce un dibujo realizado en 1877 por Isidoro Salcedo y Echeverría, pintor y litógrafo del siglo XIX.
Situada sobre tres gradas de piedra y encima de un pedestal se levanta una columna con moldura, friso de decoración vegetal y fuste acanalado; el conjunto se remata con un capitel corintio ornamentado con cuatro monstruos de apariencia humana y cabezas de animales, pechos cubiertos de plumas, cabellera ensortijada y una mezcla entre brazos y alas.
Sobre éstas, un ábaco y una cornisa sustentando un pequeño templo abalaustrado y coronado por un capitel piramidal de dos cuerpos, decoradas con escamas de pez. Todo ello completado con una pequeña veleta de hierro.
La Picota de Fuentenovilla mide nada menos que 10,33 metros de altura. Su grada es de 14 metros de circunferencia, sobre un primer basamento se levanta la columna que mide 6.26 metros.
No hay precisión sobre el año exacto en que se levantó, pero ya en 1534 estaba construida según reflejan documentos de los visitadores de la Orden de Calatrava. En el siglo XVIII se decía de la picota “en su plaza hay un rollo de buena arquitectura”.
La Picota es un exponente claro de Renacimiento pleno, con una pureza de líneas y una calidad en las formas que remiten a la serenidad y elegancia de los cánones clásicos. Por otro lado, como en el caso de las cuatro figuras fantásticas que rematan el capitel, la Picota de Fuentenovilla refleja una naturalidad en la representación y un movimiento que la distancia de manifestaciones más toscas enlazando directamente con el mundo fantástico de los grutescos y la mitología que solo un conocedor del Renacimiento puramente italiano pudo llevar a cabo.
Todo esto, junto a estar documentada la estancia en Fuentenovilla del arquitecto Nicolas de Adonza, vecino de Mondéjar e hijo del arrquitercto italiano Cristóbal de Adonza, parece indicar que la traza de la picota se debe a Nicolas de Adonza hacia 1530.
La Picota de Fuentenovilla es, sin duda, uno de los monumentos más interesantes de la provincia, de obligada visita para los amantes del arte.
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