REDACCION | Jueves 27 de mayo de 2021
Los abrigos de Peña Cabra y Peña Capón, asomados al embalse de Beleña, albergan en sus entrañas unos sucesos fosilizados que han viajado en el tiempo más de 1.800 generaciones para enseñarnos quiénes somos y cómo llegamos aquí.
En el caso de Peña Cabra, los restos encontrados revelan que fue el hogar de grupos de neandertales que durante muchos años disfrutaron de un clima agradable y de una gran cantidad de recursos a su disposición, donde los robles y las encinas poblaban los montes de la misma manera en la que pueden hacerlo hoy. Sin embargo, estos grupos desaparecen sin dejar rastro hace unos 40.000 años. Unos pocos miles de años antes, unos humanos altos, delgados y ágiles habían aparecido por el sur de Europa, a la vez que la nieve se empezaba a acumular en las cumbres y los robles y encinas eran progresivamente sustituidos por pinos; los Homo sapiens habían llegado. No obstante, no abundan las pistas de estos primeros humanos modernos y, de hecho, durante muchos años, los científicos han creído que la zona más dura de la Meseta, donde se encuentra la Sierra Norte, no estuvo habitada durante la última gran glaciación, cuyo pico máximo se dio entre hace 25.000 y 15.000 años. Pero uno de esos milagros de la Arqueología hizo que se descubriera en Peña Capón, a escasos 2 km de Peña Cabra, las primeras evidencias sólidas de humanos modernos durante lo más duro de la glaciación.
Peña Capón, donde los trabajos arqueológicos han tenido que ser suspendidos por las constantes inundaciones provocadas por el embalse, es uno de los puntos más importantes para el estudio de las últimas fases del Paleolítico en el interior peninsular. Dentro del abrigo se ha podido documentar la presencia de humanos modernos desde hace, al menos, 25.000 años, un momento en el que la nieve no desaparecía en verano, la variedad de recursos se había limitado mucho, y era necesario desplazarse gran cantidad de kilómetros detrás de cada posible presa.
A toda la riqueza cultural y natural que atesora la Sierra Norte de Guadalajara, tenemos que añadirle una gran riqueza histórica y científica aún por descubrir, ya que se trata de una de las zonas más importantes para el estudio de la Prehistoria. Peña Cabra y Peña Capón cuentan la historia de cómo dos especies humanas se encuentran, se mezclan y compiten por la supervivencia en un entorno tan duro, como privilegiado. Cuentan nuestra historia.
ADEL Sierra Norte, como grupo de Acción Local, divulga la potencialidad arqueológica de la comarca, con el fin de que su estudio y conocimiento enriquezcan la ciencia, y también se puedan convertir, en el futuro, en un activo económico para la población de la comarca, convenientemente musealizados.
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