Blas Garcia Peláez marchó con la flota de Pescanova rumbo a mares lejanos dejando atrás a su novia Hortensia Sanpatrás, camarera de un bar de carretera sito en Illescas.
Su relación epistolar narra las vicisitudes de ambos intentando capear las inclemencias y tempestades del día a día.
Su amor sobrevive al fuerte oleaje de la distancia y del paso del tiempo, demostrando una vez más la fuerza y la magia de la palabra que, a pesar de lo que digan las malas lenguas, vale sin duda mucho más que mil imágenes.
Capítulo 11.- El amor si es pasajero no es amor, es lujuria o picazón
Groenlandia, 21 de mayo de un año del Señor
Hortensia, querida y venerada flor.
Cada vez que tengo noticias tuyas, este destino que nos separa no me parece tan desatinado y cobra sentido.
La vida alegre que llevas me incendia y me hace desearte con firmeza y esperarte esperanzado.
Las guarradas que me cuentas acorralan mi inocencia y ya no sé qué pensar.
Estos camioneros que dan la vuelta al mundo como Julio Verne no creo que te convengan.
Te meten ideas alocadas en la cabeza que después tú, con la inocencia que te caracteriza, ves normales.
Sí que es cierto que tu soledad es una fuente de carencias y con algo te has de llenar. Pero tus desahogos atormentan mis pensamientos.
Entiendo que te pongas como te pones cuando ves los camiones pasar, con el ansia que siempre has tenido de viajar, pero que al menos te paguen la voluntad, así llevo los cuernos con más dignidad al hacer de tu debilidad un oficio.
Sé que has siempre muy de orinar sin poder esperar. Pero aguanta y contente, demostrarás voluntad.
Dice el doctor Calderín que no me entretenga en abismos oscuros contigo, que tenga una visión más amplia.
Que acepte a Manolín. Pero no puedo ver como arruina tus esperanzas de triunfar.
Sé que lo quieres y ves donde no hay. Ni estudia ni trabaja, y está todo el día tocándose con muy poca vergüenza. La tiene roja como los monos. Qué asco de criatura!
No son poderes, mi flor. Lo que no tiene es vergüenza ni aplicación.
Que se quede con tu madre que lo adora, o interno en los escolapios.
Nosotros estaremos libres como cuando fuimos con la borrica a la romería de Sigüenza.
Vaya trío! La borrica, tú y yo.
Acuérdate que don Benito Perragorda quiso llevarnos de gira por todo el Pirineo aragonés. Todo se truncó cuando de una coz la borrica mató a don Benito.
Ay qué tiempos!
Qué felices!
Qué desparpajo el tuyo! Ya apuntabas maneras.
Por dónde pasabas, se podía oler a hembra.
Qué movimientos de Satanás!
Te acuerdas cuando la liaste en el café El Toro de Sacuallamos?
Cómo se pusieron a hostias!
Y qué bien comimos!
El doctor Calderín dice que no me recree en los recuerdos.
Pero antes muero,
y por ti muero,
tu Blas.
Illescas, 1 de junio de ese mismo año.
Querido Blas, marinero mío,
vislumbro en tus palabras cierto rencor, incluso una agresividad que no percibía antes.
Por favor cuchirritín, dile a Calderín que te ajuste la medicación que así no tiramos adelante ni soltamos amarras.
Ay Señor, que vida!
Te acuerdas con ternura de la borrica. Pero me cogió celos y en cuanto tú te despistabas me propinaba una coz en el trasero. Yo me callaba porque pensabas que eran tus artes amatorias las que me marcaban y te hinchabas de orgullo machurro.
Con respecto a Manolín pienso, aunque tampoco le doy muchas vueltas, que le estás cogiendo celos (qué tendremos que sembramos los celos por dónde vamos?, vengan de quien vengan, ahí están, intentando emponzoñar la relación) y lo quieres mandar lejos.
Si es así, mejor con mi madre que de esa forma tiene a quien azuzar con la zapatilla y se puede desahogar con alguien después de la muerte de mi padre, que en buena paz y con alivio debe descansar.
Las técnicas amatorias que nos vienen del extranjero, como su propio nombre indica, al ser técnicas hay que aprenderlas a base de tesón y esfuerzo, después de unas semanas las voy cogiendo el gusto.
Dice el camionero que en esos países el amor muchas veces lo pueden consumar tres a la vez. Yo por ahí no paso. Con mis pechos no veo la manera.
En mi caso es de dos, Primero está el amor propio, está claro que nadie se puede querer más que uno mismo. A continuación el amor a mi madre, que ese es de obligado cumplimento.
Y después el tuyo y el mío. Los demás están de paso, y a paso muy ligero. A saber lo que me va a durar el camionero! (su madre tuvo un parto muy malo y por venganza le puso un nombre imposible de deletrear) No me importa, porque mis pensamientos son tuyos. Él es solo un consuelo para mi soledad. Esa soledad que solo conocemos las mujeres de los marinos que navegamos entre olas de espera y mareas de esperanza, que vemos un horizonte donde realmente no lo hay, que sacamos los cuernos al sol como los caracoles y agradecemos su tibieza sin importarnos que los marinos tienen un amor en cada puerto.
El amor si es pasajero, no es amor, es lujuria o picazón.
En fin, no me extiendo más que me reclama Manolín.
Se ha hecho otra brecha con el patín. Algún día lo haré desaparecer y a Manolín le contaré un cuento chino, que se lo he tenido que dejar en prenda al de la tienda de ultramarinos de la esquina que no para de reclamarnos deudas, la mitad infladas, como las mejillas de la dueña del bar que en vez de una mujer parece un muñeco.
Mi madre está ayudando a mi hermana en la peluqueria.
Me ha dicho que no se me ocurra mandarte un saludo de su parte, así que no te lo mando. No se lo tengas en cuenta, ella para mi siempre ha querido como mínimo un contable, de los que suman sin calculadora y se ponen el lápiz tras la oreja.
La llevan los demonios pensando que a mi los que me van son los aventureros fuertes y tatuados, popeyón de mis sueños mojados.
Nada seria posible sin ti. Y cuando digo nada, es nada.
No me quiero poner nostálgica, ya sabes que la nostalgia y yo no nos llevamos bien. Que la den! A otra cosa mariposa.
Miro hacia el futuro, los dos retirados en el Retiro! Tú maniobrando con la barca a punto de hundirse por los turistas con sobrepeso y yo descansando con las cáscaras de pipas arañándome los muslos descubiertos por la minifalda.
Te quiero cada día más,
Hortensia Sanpatrás.