Cogolludo ha celebrado su día grande, el día de la Virgen de los Remedios. De nuevo condicionado por los tiempos que corren, la pandemia no ha restado, sin embargo, un ápice de brillantez a los actos religiosos, salvo la obligada cancelación de la procesión vespertina.
Es la Cofradía de la Virgen de los Remedios, uno de los colectivos más antiguos de la villa serrana, la que organiza los actos en honor a la patrona de Cogolludo. Así, a lo largo del día de ayer, y con el fin de que todos los cogolludenses que lo desearan pudieran acudir a la celebración religiosa, de acuerdo con la parroquia, programó tres horarios para el oficio religioso: a las 09 horas, a las 13:15 horas, y a las 20:00 horas.
En el primero y último, se rozó el aforo máximo establecido. En de las 13:15, se completó. Sabiendo la devoción que hay en Cogolludo por su patrona, Protección Civil y Cofradía, con la colaboración del Ayuntamiento, habían organizado un protocolo de entrada y salida de la Iglesia de Santa María, cuyo atrio es una maravillosa balconada sobre Cogolludo. Los voluntarios organizaron los sitios, y marcaron la distancia de seguridad, siendo obligatorio para la entrada el uso de mascarilla y de gel hidroalcohólico.
La ceremonia la engalanó musicalmente el coro parroquial de Cogolludo, con guitarras, laudes y piano, acompañando a las voces. Nada más comenzar la ceremonia, en el cántico del gloria, se producía uno de los momentos más emotivos de las fiestas de Cogolludo. La imagen de la Virgen de los Remedios, oculta en el camarín bajo, con sacerdotes, monaguillos y hermanos mayores, entrante y saliente, puestos en pie frente al altar y encabezando a los fieles locales, subía hasta ocupar su posición habitual, emulando, con ello, la asunción de María a los cielos. Se trata de una ceremonia muy antigua, una función medieval, incluida en la eucaristía desde tiempo inmemorial.
Este año, además del párroco local, Mauricio Muela, y del sacerdote que concelebró el oficio religioso, Juan Antonio Fernández, párroco en San Nicolás, en Guadalajara, estaban delante de la imagen Daniel Saboya, como hermano mayor entrante, que lo será en 2022, y Adolfo Pérez que es el hermano mayor este año.
En la ceremonia hubo un recuerdo para las bodas de plata en el sacerdocio de Mauricio Muela, que se cumplían el pasado 30 de junio. “En las diferentes parroquias en las que he servido, siempre he estado marcado por la advocación de la Virgen: en Brihuega por la Virgen de la Peña; en Molina, por la Virgen del Carmen; y ahora en Cogolludo, por la Virgen de los Remedios”, señalaba.
El hermano mayor de la Cofradía, entra el 7 de agosto de cada año, cuando empieza la novena, y lo es hasta el 7 de agosto del año siguiente, asumiendo, asimismo, la presidencia de la institución. La junta directiva esta formada por abad, tesorero, secretario, hermanos mayores, cuatro camareras que se encargan de vestir a la Virgen y de la custodia de joyas, coronas, mantos y vestidos. Durante las fiestas de Cogolludo, que comienzan el día 7 de agosto, y hasta 16 de agosto, se suceden novena, día de la Virgen de los Remedios, y misa por los cofrades difuntos. El día del Corpus Christi, el cetro y estandarte de la hermandad, salen junto al resto de los que hay en el pueblo. El hermano mayor siempre es un hijo de Cogolludo, en muchos casos inscrito al nacer. La tradición de ser hermano mayor implica llevar el cetro durante la fiesta, asumir la presidencia, e invitar a los cofrades a un refresco y a las habituales caridades, además de la obligatoriedad de estar presente en la procesión del día 15 por la tarde, una de las más emotivas de la villa serrana, con más de dos horas de duración y un recorrido de prácticamente tres kilómetros.
El alcalde de Cogolludo, Juan Alfonso Fraguas, que estuvo presente en la celebración encabezando a la corporación municipal, agradecía su colaboración a los voluntarios de Protección Civil y a la Hermandad y Parroquia, para facilitar a los vecinos la posibilidad de seguir la ceremonia. Sin fiestas patronales como tales, Cogolludo vive un verano diferente, con conciertos y eventos culturales, siempre con aforo controlado. “Ya estamos trabajando en las fiestas del año que viene, cuando esperamos que la pandemia haya por fin quedado atrás”, señalaba el regidor.