REDACCION | Domingo 07 de agosto de 2022
“Los presos tienen que salir de la cárcel y, si para eso hay que votar los Presupuestos, los votaremos”. Es el intercambio que Arnaldo Otegi puso sobre la mesa al Presidente del Gobierno Pedro Sánchez en octubre del año pasado.
Veinte años han pasado desde aquella trágica tarde del 4 de agosto de 2002 en que Oscar Celarain 'Peio' y Andoni Otegi 'Iosu' decidieron lanzar un coche cargado con 100 kilos de explosivos y metralla contra el cuartel de la Guardia Civil de la localidad alicantina de Santa Pola. El resultado: un buen hombre que esperaba tranquilamente el autobús, Cecilio Gallego, y una niña de tan solo seis años, Silvia Martínez, que jugaba plácidamente en su habitación, muertos, un cuartel semiderruido y un tremendo cráter en el suelo.
El 4 de agosto de 2002, dos terroristas de ETA, Andoni Otegi y Óscar Celarain, colocaron un coche bomba con 100 kilos de explosivos en la casa cuartel de la Guardia Civil, en Santa Pola (Alicante), en plena temporada turística, con la ciudad a rebosar y aquella rotonda cargada de tráfico.
Eran las ocho y media de la tarde. Los terroristas confesaron en el juicio que buscaban “atrapar” a los guardias civiles y sus familias a la hora de cenar.
Ambos presos, autores materiales reconocidos, de la masacre de Santa Pola, han gozado de la cercanía de sus familiares ya que han sido acercados por el Gobierno de Sánchez a la cárcel de Logroño en el caso de Otegi y a la de Soria en el de Celarain. Beneficios de los que gozan, pese a haber sido condenados a 843 años de prisión solo por el atentado de Santa Pola y a los que habría que sumar otras condenas por otros asesinatos como el del concejal de UPN en la localidad navarra de Leiza, en el caso de Celarain.
Desde el pasado 28 de julio, además, también están procesados por este atentado los presuntos ideólogos de este atentado: Juan Antonio Olarra Guridi, Ainhoa Múgica, Félix Ignacio Esparza, Mikel Albisu 'Mikel Antza', Ramón Sagarzazu y María Soledad Iparraguirre, 'Anboto'. Todos ellos, además, están procesados por otros atentados y asesinatos. Y también ellos han resultado beneficiados de la política penitenciaria del Gobierno de Pedro Sánchez.
Toñi Santiago, la madre de aquella niña de 6 años acepta hablar con HOY RESPONDE del digital OKDIARIO horas antes del acto de homenaje a su hija en la plaza del atentado que lleva el nombre de la última niña asesinada por ETA: su hija Silvia. Los terroristas que la mataron fueron condenados a 843 años de cárcel cada uno. Eso fue hace 10 años. Hoy, los dos han sido acercados a cárceles del País Vasco y uno de ellos, Andoni Otegi, ya goza de permisos para salir de prisión.
Toñi Santiago se pregunta: “¿Quién es Sánchez para usar la sangre de mi hija para darle beneficios penitenciarios a sus asesinos y usarla como moneda de cambio?”. Para la madre de Silvia, que hoy tendría 26 años, “Sánchez y la clase política han vuelto a asesinar a mi hija”.
Dice que “los presupuestos de Sánchez chorrean sangre de casi 1.000 inocentes”. Para Toñi, la madre de la niña de 6 años, asesinada por ETA, “Sánchez es un cobarde y un traidor”.
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