OPINIÓN

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara : Gracias por tanto

Miércoles 02 de noviembre de 2022
La Iglesia, asumiendo el encargo de su Señor, tiene la misión de anunciar la salvación de Dios hasta los confines de la tierra, de mostrar su amor a todos los hombres, especialmente a los más necesitados, y de celebrar este amor y salvación en los sacramentos. Esta misión, confiada por Jesús a la Iglesia universal, se concreta para cada bautizado en la propia diócesis y en cada una de las parroquias de la misma.

La realización de este encargo es posible gracias a la acción conjunta de los presbíteros, de los consagrados y de los cristianos laicos. Todos, en virtud del sacramento del bautismo, hemos sido constituidos discípulos misioneros y todos somos invitados a colaborar espiritual y materialmente, en la medida de nuestras posibilidades, para que la Iglesia pueda llevar a cabo el anuncio del evangelio, la liturgia y la caridad.

Los bautizados, como miembros del Pueblo de Dios, además de anunciar y celebrar el amor misericordioso de Dios, hemos de concretarlo con nuestras obras en la acogida, la escucha y el cuidado de nuestros semejantes. Especialmente, hemos de mostrar este amor con nuestra cercanía a los marginados, a los emigrantes y a tantas personas que viven tristes, solas y sin esperanza ante el futuro. En estos hermanos se hace especialmente presente y cercano el Señor a cada uno de nosotros.

Cada día hemos de dar gracias a Dios por el testimonio creyente de tantos hermanos que, sin exigir nada a cambio, dedican una parte importante de su tiempo a la acogida, a la escucha y a la solución de los problemas de sus semejantes en las distintas parroquias u organizaciones caritativas de nuestra querida diócesis de Sigüenza-Guadalajara. Con su testimonio, nos recuerdan que la felicidad no está en la búsqueda de los propios intereses, sino en la entrega generosa de la vida por amor a los hermanos.

La celebración del Día de la Iglesia Diocesana, además de impulsarnos a renovar nuestra pertenencia gozosa a la Iglesia, tiene que ayudarnos también a descubrir y a dar gracias a Dios por sus importantes realizaciones en el anuncio del evangelio, en la actividad caritativa, en el mantenimiento y restauración de los templos parroquiales y ermitas, en la defensa de la dignidad de la persona, en la búsqueda del bien común de la sociedad y en la promoción de la cultura.

Para llevar a cabo estas actividades a favor de la persona, de su formación y salvación, la Iglesia necesita la ayuda divina y la colaboración de todos sus miembros. Gracias a las aportaciones económicas de muchos bautizados en las parroquias o en otras instituciones eclesiales, es posible afrontar cada año la evangelización en la diócesis. Al agradeceros de corazón vuestros donativos, os invito a seguir marcando la X en la casilla de la Iglesia al hacer la declaración de la renta. Con este gesto, no solo ejercéis vuestra libertad, sino que estáis pidiendo que el 0,7 % de vuestros impuestos se dedique a las necesidades de la Iglesia católica.

Con mi sincero afecto y bendición, feliz Día de la Iglesia Diocesana.

Atilano Rodríguez, Obispo de Sigüenza-Guadalajara






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