Caminar es un ejercicio completo, sencillo y beneficioso, y especialmente aconsejable, ya que, si se realiza de forma habitual, permite estar más activo y llevar una vida más saludable, lo que mejora significativamente la calidad de vida, especialmente la de los más mayores. La actividad física que implica dar paseos previene enfermedades y reduce la depresión y la ansiedad, al tiempo que influye en el bienestar general. Según datos que maneja TK Home Solutions, la compañía líder en salvaescaleras para el hogar, uno de cada cuatro adultos no alcanza los niveles de actividad física recomendables. Además, para los mayores de 65 años, andar al menos tres días a la semana previene las caídas y permite conservar la autonomía.
En función de su capacidad física, se recomienda una actividad física aeróbica de intensidad moderada, de 150 a 300 minutos a la semana. Aunque lo más recomendable es adaptar los paseos a la forma física de cada persona y comenzar con pequeñas dosis de actividad, para ir aumentando gradualmente la duración, frecuencia e intensidad.
Andar es una de las actividades aeróbicas más sencillas que se puede hacer y una de las que cuentan con una tasa más baja de lesiones en comparación con otros ejercicios. Sus beneficios se notan desde el primer momento :
Pasear habitualmente ayuda al sistema inmunológico y mejora enfermedades como la diabetes, ya que contribuye a mantener más bajos los niveles de azúcar en sangre y previene el riesgo de llegar a padecer diabetes tipo 2.
La actividad física refuerza el sistema inmunológico y reduce el riesgo de aparición de ciertas enfermedades crónicas, como el Alzheimer, la osteoporosis, la hipertensión, las dolencias coronarias o respiratorias, o ciertos cánceres, entre otras.
Caminar contribuye a tener los huesos más sanos, evitando las caídas y fracturas. No solo aumenta la movilidad, sino también el equilibrio y la coordinación, además de la flexibilidad.
Una jornada caminando permite conciliar el sueño rápidamente y disminuye los despertares nocturnos, lo que contribuirá a que, por la mañana, el mayor se sienta más descansado, de mejor humor y con más energía.
La capacidad pulmonar va aumentando a medida que se introduce el hábito de andar en la rutina diaria. Al caminar se produce un incremento de la ventilación pulmonar, lo que permite que el organismo esté más oxigenado.
Andar a diario ayuda a los mayores al procesamiento de la información, al tiempo que contribuye a mantener la capacidad de memoria, reduciendo el riesgo de demencia asociada a la edad.
Al prevenir la presión arterial, la persona puede tener más controlados los niveles de colesterol. Caminar a diario ayuda a aumentar el colesterol HDL o “colesterol bueno”, y a bajar el colesterol LDL o “colesterol malo” y los triglicéridos.
Según nos vamos haciendo mayores se sufren enfermedades que suelen ser propias de una edad avanzada, como el reúma. La actividad física que implica andar contribuye a reducir los dolores y, por tanto, la toma de medicamentos orientada a las molestias osteomusculares.
A medida que vayamos recorriendo distancias cada vez más largas, tendrá más resistencia, fuerza y flexibilidad, y menos riesgo de sufrir fracturas de huesos. La conservación de la movilidad es uno de los claros beneficios de caminar a diario.
Realizar un ejercicio aeróbico previene la aparición de varices y otras patologías derivadas de una mala circulación. Además, fortalece el corazón, previene la tromboflebitis y reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiacas.
Para las personas obesas, andar es un ejercicio que permite adelgazar. Y para las personas que no necesitan perder kilos, les ayudará a mantener un peso corporal adecuado.
Realizar una actividad al aire libre despeja la mente, reduce el estrés y estimula la producción de endorfinas y, por tanto, mejora el humor y la autoestima, al tiempo que contribuye a disminuir la depresión y la ansiedad, especialmente para los que viven solos.
Las personas con un nivel insuficiente de actividad física tienen un riesgo de muerte entre un 20% y un 30% mayor en comparación con las personas que alcanzan un nivel suficiente de actividad física, según la Organización Mundial de la Salud.
Las personas que se sienten solas tienen en la realización de rutas al aire libre una excelente ocasión para sociabilizar con otras personas con sus mismos intereses.
Caminar contribuye tener más movilidad y a fortalecer los músculos, por lo que el mayor se sentirá más fuerte y autónomo, aumentando la posibilidad de realizar tareas a diario sin necesidad de depender de otros.
Leandro Palomo, responsable de Salud y Seguridad de TK Home Solutions, comenta: “Nunca es tarde para comenzar a andar, independientemente de la edad. Lo ideal es dejar atrás el sedentarismo, ponerse en movimiento e incorporar poco a poco el hábito de caminar a la rutina diaria para combatir los efectos más indeseables del envejecimiento. Con una caminata diaria se puede poner freno a ciertos problemas de salud y a dolores articulares, además de prevenir la aparición de ciertas enfermedades y estar más animado. Aunque el tiempo que estemos caminando dependerá del estado física de cada persona, hay que sacar siempre el necesario para ponerse en marcha cada día”.