OPINIÓN

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara : Peregrinación a Barbatona

Miércoles 03 de mayo de 2023
La Iglesia católica, desde hace siglos, dedica el mes de mayo a honrar a la Santísima Virgen María, dando gracias a Dios por su protección maternal y pidiendo su poderosa intercesión para todos sus hijos. La oración diaria a la Madre de Jesús nos recuerda que hemos de darle un lugar especial en nuestra vida, pues Ella cuida de nosotros y se preocupa ante su Hijo de nuestras necesidades y problemas.

En este marco mariano, el día 14 de mayo, celebraremos la tradicional “marcha” diocesana al santuario de Nuestra Señora de la Salud de Barbatona. Esta peregrinación, que tiene lugar en el tiempo pascual, es una invitación a renovar nuestra fe en el Resucitado, recordando que Él ha triunfado sobre el poder del pecado y de la muerte, que vive para siempre en medio de su pueblo y que nos promete su ayuda para que cumplamos la misión que nos confía, aunque existan obstáculos y dificultades.

El camino con los hermanos nos permite descubrir que somos miembros de una Iglesia peregrina y sinodal. Por eso, durante el recorrido de la peregrinación, recordaremos que el discípulo misionero es alguien que se siente feliz buscando el bien de los demás y deseando su felicidad. Nadie vive mejor, si escapa de sus semejantes, si se esconde, si se resiste a compartir su vida o se encierra en la comodidad. Este modo de actuar, dice el papa Francisco, “no es más que un lento suicidio”.

En la peregrinación de este año, además de pedir a Dios, por intercesión de María, que nos conceda la lluvia tan necesaria para que nuestros campos produzcan su fruto, le daremos gracias por las hermandades y cofradías, por las parroquias y congregaciones religiosas, que celebran distintos aniversarios. De un modo especial, pediremos la protección de la Madre sobre los jóvenes de la diócesis y del mundo entero que peregrinarán a Lisboa, en agosto, para participar en la Jornada Mundial de la Juventud.

Estas instituciones eclesiales nacieron en la Iglesia para evangelizar, para anunciar la presencia del Resucitado en el mundo, para mostrar el amor de Dios a todos, especialmente a los más necesitados, y para ofrecer esperanza ante las situaciones de tristeza, desánimo y oscuridad. Damos gracias a Dios, porque estos grupos eclesiales, con sus limitaciones, siguen mostrando al mundo el rostro de una Iglesia en “salida”.

Para que no olvidemos nunca que somos hermanos, Jesús nos regala a su madre. Ella, que le acompañó con profunda fe durante su peregrinación por el mundo, también nos acompaña hoy al resto de sus hijos. En los santuarios marianos experimentamos cómo María nos reúne a todos como hijos para mirarla y dejarnos mirar por Ella.

Ante la Madre, renovemos nuestra confianza en el Todopoderoso y pidamos la fuerza de lo alto para sobrellevar, en comunión con Jesús, los sufrimientos y dificultades de la vida.

Con mi bendición, feliz encuentro con la Madre.

Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara



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