Historias secretas de la Roja
Miércoles 22 de octubre de 2014
Las participaciones de la selección española en la Eurocopa vivieron momentos tensos e historias secretas que ahora descubrimos. En esta primera entrega, el periodista Carlos Toro revela lo cara que le costó a Raúl una cerveza que tomó para desafiar a Luis Aragonés antes de la triunfal Eurocopa de 2008. SIGUE
Luis Aragonés y Raúl González Blanco. Los apellidos, aunque conocidos de sobra, huelgan. Con Luis y Raúl basta. Desde la confluencia inevitable de sus distantes generaciones, son para todos nosotros el Luis y el Raúl por antonomasia del fútbol español. Estamos en las eliminatorias de la Eurocopa de 2008. Pero antes hagamos un poco de historia con nuestros protagonistas. No se llevan del todo bien. Quizás sea una mera cuestión de química, de piel, de carácter. Han tenido sus más y sus menos desde que Luis se hizo cargo de la selección con vistas al Mundial de 2006. Raúl había sufrido una larga lesión que, una vez médicamente curada, no despejó las dudas del seleccionador acerca de la conveniencia de convocarlo. Se diría que, finalmente y mientras trataba sobre la marcha de resolver el dilema –Raúl sí, Raúl no–, lo llamó a filas por no incurrir en una especie de sacrilegio; por obediencia a regañadientes a un mandato no escrito, a pesar de que mucha gente pensaba que el madrileño, tras 12 exigentes temporadas en el Real, ya había comenzado, con cortas resurrecciones, reflejos del antiguo esplendor, su declive. En los partidos de preparación, Luis siguió con vacilaciones o le faltó valor para jubilar al mito. Le otorgó la titularidad ante Egipto y Croacia tras haberlo mantenido en el banquillo ante Rusia.
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