REDACCION | Martes 17 de octubre de 2023
El 30 de septiembre de 1973, se celebraba en Brihuega la sexta Jornada de Exaltación Alcarreña. Siguiendo la crónica de los hechos publicada unos días más tarde por Antonio Herrera Casado en Nueva Alcarria, se pretendía en aquella ocasión homenajear las figuras de dos alcarreños ilustres: la del maestro Sebastián Durón y la de don José García Hernández, quien fuera presidente de la Diputación de Guadalajara y unos meses más tarde ministro de Gobernación.
Tras la celebración de la santa misa en la recién remozada iglesia de San Felipe, se inició el homenaje propiamente dicho, que, en lo relativo a Durón, describe así Herrera Casado:
La evocación del maestro Sebastián Durón, como figura del pasado, corrió a cargo del joven profesor Villa Rojo, natural también de Brihuega, quién trazó una sucinta biografía de los hermanos Sebastián y Diego Durón, los dos músicos entre los siglos XVII y XVIII, y estudió posteriormente el carácter inédito pero interesantísimo de sus obras respectivas, ofreciendo finalmente su colaboración para llevar adelante el estudio que merece esta obra musical; así como brindando la idea de unos «festivales Durón» que esperamos recoja nuestra Institución Provincial de Cultura. Seguidamente, y tras escuchar merecidos aplausos, se procedió a descubrir una sencilla placa conmemorativa del acto.
Años más tarde, en una entrevista publicada también por Nueva Alcarria en marzo de 2022, Jesús Villa-Rojo destacaba entre sus muchas actividades, aquella sencilla jornada: “Fue el primer recuerdo que se hizo de este personaje histórico [Sebastián Durón], del que no se sabía absolutamente nada en ese momento en ninguna parte; ni en Brihuega, ni en Madrid, ni en España”. Vale la pena, pues, recordar el 50º aniversario de este acto para rescatar una vez más la figura de los hermanos Durón, y en particular, de Sebastián, celebrando de paso el empeño que durante décadas y décadas ha puesto en la recuperación de la obra de sus paisanos Jesús Villa-Rojo, uno de los músicos más destacados del panorama nacional e internacional de las últimas décadas.
Sebastián Durón Picazo, autor fundamental para entender la evolución de las formas musicales en el paso del siglo XVII al XVIII, nació en Brihuega, en el mes de abril del año 1660. Su padre, del que heredó el nombre, era sacristán de la hoy desaparecida iglesia de San Juan, mientras que su madre, Margarita Picazo se sabe natural de la villa de Romancos.
Poco se sabe de la formación musical de Sebastián Durón quien aparece en 1679, con dieciocho años de edad, como ayudante del organista de La Seo de Zaragoza, Andrés de Sola quien es de suponer ejerciera de maestro del joven briocense. Pocos meses después obtiene por oposición la plaza de segundo organista de la catedral de Sevilla. En 1685 abandona Sevilla para hacerse cargo de la plaza de organista mayor de la catedral de El Burgo de Osma, que deja en 1686 para pasar a la de Palencia, en la que permanecerá hasta 1691. En ese año, y como reconocimiento a su destacada labor y preparación es nombrado organista de la Real Capilla de Carlos II, con lo que se traslada a la Corte.
En Madrid, y bajo el reinado de Carlos II, Durón goza de gran prestigio, tanto por su labor en la Capilla Real como por participar, pese a su condición eclesiástica, en los espectáculos celebrados en la Corte para disfrute del monarca y sus cortesanos. Con el advenimiento de la dinastía de los Borbones, en 1700, siguió disfrutando los cargos ostentados durante el reinado anterior, aunque los sucesos desarrollados en los años siguientes durante la que se conoce como Guerra de Sucesión le decantaron del lado de los partidarios del Archiduque Carlos, por lo que hubo de dejar España camino del exilio. En tierras francesas, más concretamente en Cambo les Bains, fallecería el 3 de agosto de 1716.
La obra de Sebastián Durón
La obra musical de Sebastián Durón gozó de gran popularidad entre sus contemporáneos. Ante todo, se trató de un gran profesional capaz de crear una extensa producción en la que están representados todos los estilos vigentes en su época. Como maestro de capilla compuso tanto música litúrgica en latín como villancicos y tonos polifónicos en castellano, junto a tonos tanto humanos como religiosos y alguna pieza de música instrumental.
Sin embargo, fue su aportación a la música teatral la que engrandeció sobremanera la figura de Durón. No es, pues, de extrañar la atribución a su persona de la siguiente anécdota, según la cual en cierta ocasión
…después de haber salido de una función religiosa en la que la capilla de música, ejecutando una obra suya, dirigida por él, tuvo un marcado descuido, Carlos II que estaba oyéndola y había notado el desconcierto le dijo: «Durón, ¿en qué consiste que siendo tú eclesiástico, salen mejor ejecutadas las composiciones que escribes para el teatro que no las que haces para la iglesia?». «Señor –contestó Durón– en que en el teatro lleva el compás el diablo y en la iglesia lo llevo yo». Contestación que hizo reír a todos los circunstantes y celebraba muy a menudo dicho soberano.
En sus composiciones Durón combina nuevos procedimientos de origen italiano con elementos de la tradición musical española. Crea así un estilo inconfundible en el que junto a recitativos y arias, se incluyen partes instrumentales claramente idiomáticas y se utiliza una elaborada musicalización de los textos, donde no se escatima en cromatismos, disonancias o modulaciones inusuales. Todo ello sin contravenir las prácticas, estilos y géneros musicales del Barroco hispano.
La crítica musical y la obra de Sebastián Durón
La figura y la obra de Sebastián Durón hubieron de sufrir duras críticas en las primeras décadas del siglo XVIII a consecuencia del cambio de los gustos musicales. Particularmente dañina para la consideración del autor fue la que realizara en 1725 Feijóo, quien le culpó de la invasión estilística italiana, de la pérdida de la «antigua seriedad española» y del gusto por lo que llama «músicas de tararira».
Marcada por estas críticas la recuperación de su obra hubo de esperar a finales del siglo XIX. No obstante, será a lo largo de la segunda mitad del siglo XX cuando la Musicología española e internacional devuelva a Sebastián Durón su puesto en la Historia de la Música con el estudio de su obra y la edición de sus piezas más importantes, recuperación que culmina con la celebración de su centenario de su fallecimiento en 2016 y la representación en los últimos años de algunas de sus obras en el Teatro de la Zarzuela o el Real de Madrid.
Cincuenta años después de aquella ponencia de Jesús Villa-Rojo, la figura de Sebastián Durón ocupa el merecidísimo lugar que le corresponde en la historia de nuestra música. Pero, como a buen seguro nos diría Jesús, todavía nos queda mucho camino por recorrer.
Pedro Carlos Rojo Alique
Catedrático de Enseñanza Secundaria y Musicólogo
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