Miércoles 01 de mayo de 2024
Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.
Con ilusión y esperanza nos preparamos para la 58ª edición de la Marcha Diocesana a Nuestra Señora de la Salud de Barbatona.
Durante el mes de mayo dirigimos una mirada especial a la Virgen María. En muchos lugares se organizan peregrinaciones, romerías, actos e iniciativas devocionales. Solemos decir: “Vamos a ver a la Virgen”. Deseamos encontrar consuelo, esperanza, motivos para seguir viviendo con alegría en medio de las dificultades e incertidumbres. Vamos a ver a la Virgen y nos encontramos con su mirada materna. Le decimos con amor filial: “Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”. Basta un sencillo y emotivo cruce de miradas para saber que no estamos solos, que nos acompaña la mirada, el ejemplo y la intercesión de la Madre.
Hay momentos en los que experimentamos, con especial crudeza, la soledad, el desaliento, la sensación de fracaso, el dolor físico y el cansancio emocional. Y la Virgen María nos enseña a contemplar la vida desde otra perspectiva y a vivir de otra manera.
La Virgen María nos mira con ternura, con misericordia, con amor de Madre. Experimentamos su mirada y no nos sentimos aislados, ni separados, ni ignorados, sino miembros de una única familia congregada por su Hijo. Aprendemos a mirar a todos los demás con amor, sabiendo que somos amados, y que sentimos el impulso de amar no solamente con palabras, sino con las obras de cada día.
Ella está muy cerca de quienes se esfuerzan por llevar a casa el pan de cada día. Ella escucha el grito del dolor inocente. Conoce nuestras preocupaciones concretas y bien definidas: la falta de trabajo y la precariedad laboral; la inquietud por el presente y la incertidumbre ante el futuro; la pobreza y la discriminación; la injusticia y la violencia; la mentira y la mezquindad; la soledad y la enfermedad.
Ella nos anima para que acudamos confiadamente a su Hijo Jesús, para que encontremos acogida, misericordia, perdón y nuevo impulso para proseguir el camino. Como en las bodas de Caná, nos dice: “Haced lo que él os diga” (Jn 2,5). Vamos a Barbatona “para que, con María, tengamos vida”. Una vida con sabor, con el perfume de la alegría, vida abundante y plena.
Como escribió el Papa Francisco, en los santuarios “puede percibirse cómo María reúne a su alrededor a los hijos que peregrinan con mucho esfuerzo para mirarla y dejarse mirar por ella. Allí encuentran la fuerza de Dios para sobrellevar los sufrimientos y cansancios de la vida” (Evangelii Gaudium, 286).
El Concilio Vaticano II afirmó: “Recuerden (…) los fieles que la verdadera devoción no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes” (Lumen Gentium, 67) .
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
Julián Ruiz Martorell, Obispo de Sigüenza-Guadalajara
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