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¿Pero sabe el secretario de Economía Fernando Jiménez Latorre, quién le paga el sueldo?

Sería deseable que el secretario de Economía no use tantos vocablos financieros en inglés y que aprenda que funcionario en inglés, se dice, "civil servant".

Miércoles 22 de octubre de 2014
De todos es sabido el mundo de Utopía en el que viven los políticos que nos ha tocado sufrir. Es de sobra conocido el abismo que separa a "la casta política" del resto de los mortales que no llegan a fin de mes. Prueba de la existencia de la ruptura del contacto de los políticos con la sociedad civil fue la intervención que ayer tuvo el secretario de Estado de Economía, Don Fernando Jiménez Latorre, cuando comparecía para explicar los resultados de las auditorías sobre los productos tóxicos de la banca española. Como bien señala, Agustín Marco en El Confidencial, Jiménez Latorre dio un cursillo acelerado de inglés financiero. Su presencia evidenció su timidez ante los medios de comunicación, con un carraspeo constante en busca de aire, con bajadas de cabeza continuadas, con reiterados errores en el uso del lenguaje de Cervantes. Estaba tan incómodo que pidió, tras apenas veinte minutos respondiendo sobre el mayor problema de la economía nacional, que se acabaran las preguntas porque “ya hemos respuesto a todo” (sic). SIGUE



Cualquier persona no versada en asuntos bursátiles que viera la intervención de Jiménez Latorre seguramente tuvo serios problemas para entender lo que explicaba el secretario de Estado cuando hablaba de backstop –ayuda o préstamo financiero limitado-, de top down –análisis general-, bottom up –análisis específico por partes de un negocio-, steering committee –grupo de seguimiento- y memorandum of understanding o acuerdo entre socios o partes.

Probablemente ni Rajoy comprendió lo que exponía su subalterno, que llego a decir que los informes de Oliver Wyman y Roland Berger se habían traducido del inglés al español “por cortesía”. Por los dos millones de euros que han cobrado sendas consultoras a costa del erario público, quizás se daba por hecho que habría una edición en castellano para que cualquier contibuyente pudiera leerla antes de irse a dormir.


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