OPINIÓN

Carta del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara : Jornada de Responsabilidad en el tráfico

Miércoles 03 de julio de 2024
Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.

La destreza en la conducción, la rapidez de reacción ante los imprevistos, los buenos reflejos y la experiencia contribuyen a unos desplazamientos más seguros y sin incidencias. Pero la prudencia siempre ha de estar activada. Nunca se sabe lo que puede suceder en un instante determinado, en una fracción de segundo.

No es bueno conducir con miedo, pero tampoco es saludable hacerlo de un modo temerario. Es necesario respetar a los demás conductores, a los pasajeros con los que se comparte el automóvil, a los viandantes, a los ciclistas y motoristas. El respeto es un factor determinante para construir una cultura de la conducción y vivir la responsabilidad en el tráfico.

En los grandes desplazamientos de comienzos, fase intermedia y final de las vacaciones suele haber retenciones, impaciencias, colisiones, lesiones y víctimas personales. Cuando nos ponemos al frente del volante parece que las recomendaciones sobre la prudencia no vayan con nosotros, porque las tenemos interiorizadas. Pero la interiorización no nos exime del riesgo.

No solamente somos responsables de lo que hacemos, sino que también podemos sufrir las consecuencias de las acciones u omisiones del resto de conductores.

Las revisiones periódicas del vehículo, el control de niveles, el mantenimiento, junto con el respeto a las señales y normas de tráfico son la base sobre la que se puede comenzar un viaje con mayor seguridad y menor incertidumbre.

Sin llegar a ser presuntuosos, los conductores solemos considerar que somos responsables, respetuosos con las normas, solidarios con los compañeros de carretera, bien educados y conscientes del valor y utilidad de los medios de transporte. Conseguir el permiso de conducir supone esfuerzo económico y personal. Con el paso del tiempo, se adquiere experiencia con el volante, pero aumentan las contingencias por exceso de confianza.

Son muchas las personas cuyo trabajo se realiza con vehículos de motor: profesionales del volante en las ciudades y en las carreteras, taxistas, conductores de camiones, de autobuses de líneas regulares o de transporte discrecional, de ambulancias, de coches de bomberos, agentes de tráfico, repartidores que conducen furgonetas, transportistas de rutas nacionales e internacionales. Hay muchos automovilistas que pasan un gran número de horas en el asfalto urbano y en las carreteras, y es preciso extremar la prudencia porque son muchas las vidas sometidas a un elevado nivel de peligro.

Es triste y lamentable el número de ciclistas que pierden la vida en las carreteras o que sufren graves accidentes como consecuencia de gestos imprudentes de los conductores de vehículos con motor. También resulta impactante la estadística de motoristas que padecen los errores de quienes llevan un volante entre las manos. No debemos acostumbrarnos a la triste realidad de los numerosos y graves accidentes de tráfico.

El Departamento de Pastoral de la Carretera, de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana, promueve la “Jornada de Responsabilidad en el Tráfico” de este año con el lema: “Yo soy el camino y la verdad y la vida” (Jn 14,6).

Recibid mi cordial saludo y mi bendición

Julián Ruiz Martorell, Obispo de Sigüenza-Guadalajara


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