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Isabel Preysler la monta en la universidad de su hija

Miércoles 22 de octubre de 2014
El viernes pasado, Ana Boyer Preysler, hija del empresario Miguel Boyer y su actual esposa Isabel Preysler, se convirtió en licenciada en Derecho por la Universidad Pontificia de Comillas, que tiene la sede académica en la calle Alberto Aguilera de Madrid. SIGUE

A la pequeña de la saga aún le quedan dos cursos de Administración y Dirección de Empresas para obtener la doble titulación. Seguirá estudiando en el centro de los Jesuitas el año que viene, pero ahora ya tiene su primera licenciatura y todo el verano por delante para disfrutar del ocio.

Como el resto de sus compañeros universitarios, Ana acudió a la entrega de diplomas y orla que se realizó en el campus de Cantoblanco el viernes y hasta donde se trasladaron también familiares y amigos de los estudiantes. Fue un acto con polémica, porque según muchos padres allí congregados a la reina del baldosín Isabel Preysler se le dispensó un trato preferencial que mosqueó a muchos de los presentes.

Hasta este año, en el aula magna que alberga el encuentro académico nunca se habían reservado asientos y los acompañantes que quieren presenciar el acto tienen que estar como mínimo una hora antes si desean ocupar buenas butacas. Isabel Preysler y su hija Tamara, las dos acompañantes elegidas por Ana Boyer, aparecieron pocos minutos antes de que se iniciara la lectura del listado de licenciados y se las acompañó hasta la primera fila, donde se habían reservado dos asientos para ellas.

El malestar del resto de asistentes fue en aumento porque no entendían ese privilegio. "Si quiere estar ahí, que hubiera venido pronto como hemos hecho todos", se quejaban, aduciendo que en la vida social Preysler podía ser la número uno, "pero aquí todos somos iguales".

Otra cosa que tampoco gustó al resto de padres fue que la reina del baldosín se dejara acompañar de un fotógrafo de su revista de cabecera, que inmortalizó a ella y a las hijas. A la salida, y una vez que su presencia fue pública, varias agencias de prensa se trasladaron al lugar organizando un revuelo que incomodó a muchos de los presentes, que no entendían el lío mediático que Preysler había provocado.


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