El otro deporte
África Egido
Miércoles 22 de octubre de 2014
El deporte es una nube de emociones dentro y fuera de los terrenos de juego. Emociones que cambian en un suspiro gracias a un gol, una victoria sonada o un podio inesperado.
Pero las tertulias deportivas acostumbran -como en una operación a corazón abierto- a extirpar los sentimientos de los deportistas buscando explicaciones más allá del esfuerzo, el puro devenir del deporte o la suerte.
Las derrotas de Nadal tenían una causa en la pista, el desacierto, y unas cuantas fuera de ella: la tristeza, los problemas familiares... La segunda etapa de Alonso en Renault cubrió su escasez de podios de
‘desesperación’, ‘frustración’ y ‘angustia’. Y muchos recordarán al 23, Michael Jordan, y su abandono temporal de las canchas por depresión tras el fallecimiento de su padre. En su día, cada derrota tuvo un análisis que abordó lo extradeportivo.
Ultimamente, la emoción que invade a nuestros deportistas es la ansiedad. Y, más concretamente, la llamada “ansiedad del goleador” (vamos, el goleador que no golea), y que en su día sufrieron Messi y CR7 y con la que ahora parece cargar en solitario a nuestro “guaje”. Si Messi y CR7 sanaron su ansiedad con goles, todos confían en que Villa haga lo mismo, aunque... ¿cómo salvar la ansiedad si la prensa le recuerda los 40 millones de su contratación a cambio de goles? ¿Cómo relajarse si los medios retratan su pose “cabizbaja y nerviosa”? Nadie se acuerda de la frustración pasada de Alonso, viendo su sonrisa actual de número 1 del Mundial. Nadie menciona ya aquella tristeza de Nadal, disfrutando ahora de su juego desde el primer puesto en la ATP. Y, seguramente, dentro de unos días, alguien se pregunte... ¿Villa? ¿Qué ansiedad? ◆
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