Renovar la ciudad pasa también por apoyar a su comercio
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
Desde que el mundo es mundo, el comercio ha sido una de las bases del desarrollo socioeconómico de las poblaciones y del progreso de las ciudades. Y eso no es una aseveración gratuita: numerosos estudios demuestran que una ciudad sin comercio es una ciudad muerta. Pues bien, al comercio minorista del centro de Guadalajara le ha salido un nuevo escollo que superar, más allá de la paupérrima situación a la que se está llegando con la caída del consumo que provoca la crisis y la pérdida de empleo en la ciudad.
Las
obras que el Ayuntamiento ha puesto en marcha en el centro y el casco histórico de la capital han ahuyentado a los pocos clientes que se animan a hacer sus compras en las tiendas de toda la vida, las más tradicionales y las que tienen un valor especial que no se debe perder.
Más allá de valorar la oportunidad o no de hacer ahora esas obras, a medio año de las elecciones municipales, lo que es ineludible es que se calculen bien los daños colaterales que eso supone, y que pueden ahogar aún más, si cabe, al pequeño comercio de la ciudad. Lejos de abatirse por este tema, los propios comerciantes y hosteleros han reaccionado con agilidad y la Federación de Comercio de Guadalajara (FCG), con su presidenta, Rosa María Alonso Checa a la cabeza, y la Asociación de Hostelería que preside Manuel Jiménez, han presentado al Ayuntamiento de Guadalajara un Plan de Actuación Post-Obras, con el objetivo de intentar dinamizar la zona una vez que se terminen. El objetivo no es otro que el de recuperar el protagonismo del pequeño comercio de la calle Mayor y zonas anejas, así como propiciar el aumento de la afluencia de visitantes a la zona centro, realizando actividades de carácter cultural, lúdico y educativo. De esta forma, se consolidaría la calle Mayor como una zona turístico-comercial, actuando de eje económico de la ciudad, mediante una imagen común que ponga en valor las singularidades de la zona así como la oferta de comercios, servicios y productos turísticos.
La unión que de por sí se ha generado entre comerciantes y hosteleros, que antes nunca se había dado, es ya un avance para esta y para otras actuaciones futuras en beneficio de la ciudad. Pero en este caso concreto, le han echado además una gran dosis de imaginación para que la situación, una vez terminadas las obras, se aproveche y no sean de nuevo el colectivo olvidado y perjudicado de las actuaciones urbanísticas. El Ayuntamiento debe tomar nota de cómo se mueven sus ciudadanos, sobre todo si son un colectivo tan básico e importante para el devenir de una ciudad como los del comercio minorista tradicional, que apuestan por su ciudad frente a la megalomanía de los grandes centros comerciales, y llevan tiempo renovando sus negocios para especializarlos en productos y servicios.
Desde el Ayuntamiento se debe tener en cuenta que la inauguración de las obras que se vaya a realizar y el reparto de méritos y medallas tienen muchos más protagonistas que los políticos y sus séquitos electorales. En este caso, debe hacer que sean los comerciantes y hosteleros quienes den sentido a esa inauguración, con su plan o con una actuación conjunta similar, incluso mejorada. Esa sería una buena demostración de que la política sabe innovar también y un gran ejercicio de generosidad por parte de quienes la dirigen que, seguro, llegaría de verdad a todos los ciudadanos, más allá de los discursos y los cortes de cinta.
Decíamos al principio que una ciudad sin comercio es una ciudad muerta. Pero también es cierto que una ciudad sin obras es una ciudad atrofiada. Evitemos ambas cosas y pongámonos de acuerdo entre comercio, hostelería y Ayuntamiento, para hacer del centro de Guadalajara un corazón renovado y fuerte que mantenga el pulso y la vida de la ciudad. Sea.◆