Sigüenza se enciende al calor de la hoguera de San Vicente
Las dulzainas en la calle, la degustación de las rosquillas del Santo y la quema de la hoguera la víspera del patrono de la ciudad son algunas de las tradiciones anuales más respetadas y queridas por los seguntinos.
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REDACCION
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redaccionguadanewses/9/9/19
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
La víspera de San Vicente es uno de los días de más tradición y sabor seguntino de todo el año. A partir de las cinco de la tarde, cuando empezaban a caer las luces del día, amenazando nieve y con el mercurio en tres escasos grados, comenzaban a estallar sobre el cielo helado doncelino los cohetes que anunciaban el comienzo de la fiesta patronal. El soniquete de la dulzaina y el tamboril que se intuía por las travesañas se acercaba poco a poco, cada vez más audible, hasta la Plazuela que lleva el nombre del Santo, uno de los rincones más bellos de la ciudad, frente a la Casa del Doncel. SIGUE
A eso de las 18:15, los Dulzaineros de Sigüenza, reforzados hoy por los sones hermanos de las chirimías segovianas con Maria del Carmen Riesgo a la cabeza, calentaban en la Plaza el ambiente de una celebración que cala en lo más hondo del orgullo local. Mientras, terminaba de rezarse la novena en la Iglesia homónima en la que se cantan los gozos del Santo. A las 19:00 horas Jesús Montejano, párroco de la Iglesia de San Vicente, bendecía las rosquillas que la Cofradía, encargada de custodiar y mantener la tradición, había encargado hacer.
A partir de ese momento se ponían a la venta para que todo aquel que quisiera las comprarlas consagradas. El beneficio sirve para sufragar algunos de los gastos anuales de la propia Cofradía y de la parroquia. Entonces la atención de la fiesta se trasladaba nuevamente a la Plazuela de San Vicente, adonde los seguntinos se desplazaban de nuevo para prenderle fuego a la hoguera. Había sido preparada por la mañana por la Brigada Municipal y por los voluntarios cofrades. Don Jesús esparció también sus parabienes poco antes de que el mayordomo y los cuatro hermanos menores de la institución encendieran la hoguera. Los seguntinos se arremolinaron entonces en torno al fuego. Buena falta hacía, porque a esa hora, pasadas ya las siete de la tarde, la temperatura descendía hasta los cero grados.
La fiesta también tiene un componente pagano de profundas raíces primitivas y que con el paso del tiempo ha sido cristianizado: encender una hoguera para recibir el solsticio de invierno. Es precisamente en torno al 22 de enero cuando los días se alargan visiblemente como dice el refrán sobre la longitud de los días, “Para San Sebastián, una hora, y no cabal, y para San Blas, una hora y algo más”. Esta circunstancia se celebra desde tiempos remotos en muchos lugares de la geografía española encendiendo una hoguera en la plaza con la finalidad simbólica de iluminar las tinieblas y abastecer de fuego al sol que renace.
Cuando se consumió la hoguera, y como es costumbre, niños, y no tan niños, se tiznaron las caras con pedazos de carbón recién consumido por las llamas al poco de quedarse frío. Muchos seguntinos pasaron después a besar la reliquia del santo en el interior de la Iglesia de San Vicente, en espera de la celebración de la fiesta de hoy. La celebración eclesiástica tiene anunciada la presencia del Obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez. Por la tarde tendrá lugar la XXVI Edición del Certamen de Dulzaina José María Canfrán en la que se homenajeará a la dulzaina femenina en la que la cuellarana María del Carmen Riesgo volverá a ser protagonista.