Columna de Economía de Arturo García
La canciller Teutona
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
Hace unos días Angela Merkel estuvo de visita en España. El objetivo principal de la canciller alemana fue decir en persona y en España, a la cara de nuestro presidente del Gobierno, que España debe seguir poniendo en marcha las reformas necesarias para que la economía esté en equilibrio.
Según sus palabras, y a la pregunta de un periodista si veía probable que España tuviese que ser rescatada, respondió que había venido a trabajar, no a elucubrar. Sólo por esta respuesta, yo le pondría una estatua.
Zapatero sacó pecho y exhibió las reformas hechas, mientras Aznar, el anterior presidente del Gobierno, dijo que España estaba intervenida de facto. Esta es una conversación de políticos; o sea, que ni siquiera es una conversación, es un toma y daca. Lo importante es hacer las reformas necesarias para estar equilibrado, y el equilibrio se puede conseguir por un lado o por el otro. Me explico: si tenemos déficit es porque los gastos superan los ingresos. Pues está claro: o se disminuyen los gastos o se aumentan los ingresos, lo diga Merkel, Aznar o Zapatero. Es tan simple, que no merece la pena comentar mucho al respecto.
Merkel, hablando como representante de Alemania y de otros países económicamente solventes, dice cosas sensatas. No sólo esto, sino que lo contrario es insostenible (y lo insostenible tiene que terminar; lo que podemos decidir es si termina pacíficamente o abruptamente).
La Unión Monetaria Europea sólo funcionará si hay una política económica con elementos o criterios comunes. Por esto se habla de unificar las políticas económicas de los países. Algunos piensan que supondría perder parte de nuestra soberanía. Este pensamiento es un error al menos por dos razones: la primera es porque ya perdimos la soberanía que pudimos perder con la unificación que supone el euro, al perder la política monetaria. La segunda, porque si alguien, incluso aunque sea del extranjero, dice temas obvios desde la sensatez, en ningún caso se puede hablar de pérdida de soberanía.
Lo que sorprende es que tengan que venir del extranjero para decirnos obviedades. Es para sentir vergüenza de nuestros gobernantes.
Puestos en esta situación, podemos hacer nosotros las reformas, o que nos las dicten. Creo que es preferible lo primero, pero sin que tenga nada que objetar a lo segundo. Esto ya lo he dicho en otras ocasiones. Entre ZP haciéndonos las reformas o el Gobierno alemán dirigiendo nuestra economía, casi que prefiero lo segundo, a mi pesar. A los hechos me remito.
Por último, a mí me gustaría que las reformas incluyesen un adelgazamiento de las administraciones públicas. No me parece de recibo que tenga que trabajar más años y cobrar menos pensión para sostener 17 mini-estados en España, llamados Comunidades Autónomas, y 8.000 ayuntamientos.◆