Opinión
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:14h
En Guadalajara se libra la madre de todas las batallas. Las principales encuestas sitúan a nuestra provincia en el epicentro de la disputa electoral del 22 de mayo. Cospedal y Barreda se la juegan porque una derrota acabará con su carrera política. Ninguno de los dos tiene retorno. Un rotundo fracaso de Barreda le dejaría con las vergüenzas al aire, principalmente, ante los suyos. Su arriesgada estrategia de desvincularse a última hora del lastre zapateril le puede arrastrar al precipicio. Barreda no ha querido in extremis que le relacionaran con los cinco millones de parados que deja el PSOE en España -¡como si no se presentara por esas siglas!- y la jugada tendrá consecuencias. El PP ha puesto todos sus huevos en la cesta Cospedal, sobre todo, al mantenerla como secretaria general.
Esto ha impedido que hasta última hora se haya mojado de verdad. Si pierde, lo hará también Rajoy y una segunda derrota consecutiva en las autonómicas la eliminaría del panorama político de la región y la pondría en una situación de absoluta debilidad ante sus enemigos de la calle Génova. Si gana, Cospedal acabará con 28 años de socialismo en la Junta y reforzaría el liderazgo de Rajoy. Sin embargo, a los castellanoalcarreños estos análisis nos importan un pimiento. Si Guadalajara va a ser la clave, que los políticos lo demuestren después del 22M. Nos sobran sus visitas antes de elecciones. Porque aquí lo único que de verdad nos interesa son compromisos. Y en contadas ocasiones los ha habido y en muchas menos se han cumplido. Esta provincia necesita salir del olvido y dejar de ser el auténtico “patito feo” de una comunidad ficticia. ¿Seguiremos siendo primer plato a partir del domingo? Lo dudo.