Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara
Por
REDACCION
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redaccionguadanewses/9/9/19
lunes 22 de diciembre de 2014, 13:30h
El domingo 28 de diciembre, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia. Ante los grandes desafíos de la sociedad actual para la institución familiar y ante la falta de políticas familiares bien orientadas, los cristianos somos invitados a contemplar las virtudes domésticas de la Sagrada Familia de Nazaret, como modelo perfecto de familia cristiana y como “maravilloso ejemplo” para todo el Pueblo de Dios.
Al contemplar la realidad de la institución familiar en nuestros días, podemos constatar que, a pesar del mayor reconocimiento de los derechos de las mujeres y de los niños en bastantes países de la tierra, la familia está sufriendo diariamente los efectos devastadores del secularismo y del individualismo social, así como las consecuencias de la crisis económica, de la precariedad laboral y de una afectividad inestable.
Pero, más allá de las dificultades provocadas por estos agentes externos, la familia pasa en nuestros días por una profunda crisis de fe. Esta crisis, que en mayor o menor medida afecta a todos los cristianos, está provocando la secularización interna de la Iglesia, facilitando el debilitamiento de las relaciones familiares y favoreciendo la profunda soledad de muchos padres e hijos como consecuencia del olvido de Dios.
La organización de la vida y de la convivencia familiar, sin contar con el amor de Dios y sin acoger la gracia divina, está causando situaciones tremendamente dolorosas. Catequistas y sacerdotes constatamos con profundo dolor que, en estos momentos, ya no está garantizada la transmisión de la fe de padres a hijos, como ocurría en otros momentos. Como consecuencia de ello, miles de niños y de jóvenes están incapacitados para abrirse a la trascendencia y para mirar el futuro con esperanza.
Esta nueva realidad nos plantea un gran reto a los cristianos a la hora de impulsar la misión evangelizadora. Si tenemos en cuenta la importancia de la familia para la Iglesia y para la sociedad, todos tendríamos que hacer un gran esfuerzo con el fin de buscar nuevos caminos para la transmisión del “Evangelio de la familia” y para acompañar a quienes experimentan dificultades en la convivencia matrimonial, puesto que la familia es la salvaguarda del bien de la persona y de su dignidad.
La experiencia personal de cada uno nos dice que quienes no hayan vivido en el seno de la familia el amor generoso, el sacrificio, el servicio, la necesidad del esfuerzo, la renuncia a los propios egoísmos y la alegría de compartir lo que somos y tenemos con los hermanos, tendrán dificultades para asumir estos valores cuando llegue el momento de abandonar la institución familiar para construir su propio futuro.
Es más, cuando falta el testimonio gozoso y alegre de la fe en Jesucristo entre los miembros de la familia, el anuncio del Evangelio a los restantes miembros de la sociedad, aunque sea perfectamente correcto en lo doctrinal, corre el peligro de ser incomprendido por el hombre de hoy o de quedar ahogado en el mar de las palabras que caracteriza a nuestra sociedad.
Pidamos a la Sagrada Familia de Nazaret, modelo admirable de toda familia cristiana, que proteja y acompañe la vida de nuestras familias para que sean auténticas escuelas de amor, de solidaridad, de perdón y reconciliación, asumiendo la urgencia de compartir los sufrimientos y las dificultades de tantos hogares rotos y divididos.
Con mi sincero afecto, un cordial saludo para todas las familias.
Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara