Setenta lobos viven en diez manadas dentro de la Reserva Regional de Caza de Riaño (León). Veinticuatro de ellos serán abatidos esta temporada para evitar que “se nos coman a nosotros en dos años”, en palabras del celador de la reserva. Los lobos, el dinero que mueve matarlos y los daños que producen en el ganado son el centro de una pelea entre cazadores, ganaderos y ecologistas. La montaña de Riaño es un lugar único del Parque Nacional de Picos de Europa. A su entrada ya se respira naturaleza, la falda ofrece su mejor gama de colores, ahora otoñales, alfombras de hoja caída, animales en libertad, turistas y senderistas, también cazadores. Pero ya no transmite paz. La Reserva Regional de Caza de Riaño (León) es centro de confrontaciones sobre la caza del lobo: especie en extinción para unos, alimaña para otros.“Lo que se busca es un control poblacional –explica Miguel Fierro, delegado en Castilla y León de la Federación de Caza–: Si no hay zorros, no hay conejos. Es un círculo”. Aunque a algunos cazadores no les interesa el lobo como pieza cinegética –“solo nos trae gastos”, comenta–, Fierro asegura que “nadie está hablando de extinguir nada”. Si quieres leer más sobre este y otros reportajes, descarga la revista en PDF.
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