Tres cuartos de entrada esta tarde en Trillo para presenciar la segunda de las novilladas picadas de abono de la Fiesta de la Virgen del Campo de Trillo. A las seis de la tarde comenzaba el festejo, presidido por el alcalde de la Villa, Francisco Moreno. La terna la componían dos novilleros, José Manuel Sandín, que cortó una oreja a su segundo, Miguel Hidalgo, que fue el gran triunfador de la tarde con tres apéndices en sus dos faenas, y Milagros de Perú, novillera valiente que cortó una a cada uno de sus dos enemigos. Milagros ha sido la segunda mujer, después de Cristina Sánchez, en vestirse de luces en la Plaza de La Isla de Trillo. Los novillos pertenecían a la ganadería onubense de Prieto de la Cal, habitual de Trillo. Como cada año, este era el tercero, sus reses han dado buen juego. Todos salvo el primero eran utreros jaboneros, y todos lucían bella estampa. El primero en torear fue Sandín. Estuvo voluntarioso con la muleta. “El novillo no me ha dado mucha posibilidad de expresarme, cabeceaba mucho y además yo mismo he fallado con la espada”, declaraba al terminar la faena inicial. Con el segundo de su lote, el madrileño tocó pelo, cortándole una oreja después de una meritoria actuación con la muleta rematada por una estocada hasta la bola, ligeramente desprendida, pero extraordinariamente efectiva. SIGUE
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Gran triunfador de la tarde ha sido el granadino Miguel Hidalgo. De gran estatura, el andaluz estuvo bien en la muleta con su primero. “Era un toro complicado. He intentado templarlo todo lo posible sin que me cogiera. No lo he matado como vengo haciéndolo esta temporada, pero estoy contento”, decía al rematar su primera faena de una media estocada y descabello. Con su segundo se vio lo mejor de la tarde. Bien con el capote, Hidalgo se lució con la muleta. “Mi segundo tampoco era extraordinario, pero tenía sus teclas que tocar, y creo que he sabido hacerlo”, decía muy ilusionado.
Gran expectación había levantado en Trillo la actuación de Milagros de Perú. La novillera trabajó bien sus faenas con la muleta a sus dos enemigos. Los despachó de dos soberbias estocadas, la primera tras pinchas dos veces, que le dieron el triunfo y la puerta grande.