Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara: Jornada Mundial de la Juventud
martes 26 de julio de 2016, 20:59h
Desde el día 25 de julio al 1 de agosto tiene lugar en Polonia la Jornada Mundial de la Juventud. Este año, con el lema “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”, el papa Francisco celebra en Cracovia el Jubileo de la Misericordia con miles de jóvenes llegados de todos los rincones de la tierra. Se da la feliz coincidencia de que en esta ciudad polaca han vivido recientemente dos grandes apóstoles y testigos de la misericordia: San Juan Pablo II y Santa Faustina Kowalska.
Entre estos jóvenes, venidos de todos los continentes, se encuentra también un grupo de jóvenes de nuestra diócesis. Cuando partían para el encuentro, he podido descubrir en sus rostros sed de amor y de alegría. Peregrinaban en comunión con toda la Iglesia diocesana, con la convicción de que todos necesitamos enraizar nuestras vidas más hondamente en Dios y en su misterio de amor. Sólo Él puede dar plenitud de sentido a la existencia humana, llenándola de alegría, paz y felicidad.
Estos jóvenes, durante su estancia en Polonia, además de renovar su fe en Jesucristo, han tenido la dicha de acoger su vida divina por medio de la participación de los sacramentos, la escucha de la Palabra de Dios en las catequesis y la oración personal. Conscientes de que Dios cuenta con ellos y se fía de su disponibilidad para el anuncio del Evangelio y para la extensión de su Reino, nos han dejado un hermoso testimonio de alegría, de fraternidad y de la vitalidad de la Iglesia con su fe celebrada y con la comunión eclesial vivida.
Al regresar a sus respectivos países, una vez concluida la Jornada de la Juventud, portarán con esperanza el fuego de la misericordia a todos los ambientes para que cada ser humano encuentre la paz y la felicidad. Nuestro mundo, dividido, enfrentado y desangrado por el influjo maléfico de las ideologías, que pretenden destruir el valor de la persona y que olvidan la defensa de la justicia y de la verdad en la convivencia diaria, necesita urgentemente que el anuncio y el testimonio de la misericordia divina lleguen a cada ser humano para que pueda renovar su esperanza.
A la hora de ofrecer al hombre de hoy el amor misericordioso de Dios, los jóvenes y los adultos cristianos no podemos olvidar el testimonio de tantos creyentes que sufren la discriminación, el desprecio y la persecución abierta o larvada en distintos
países por confesar su fe en Cristo y por defender una convivencia pacífica entre todos los hombres de acuerdo con los valores evangélicos. Sin Dios y su gracia sería totalmente imposible asumir estos retos y ser verdaderamente felices.
A pesar de la secularización de la sociedad y del influjo del relativismo, los creyentes no podemos permitir que nadie nos quite la paz del corazón ni podemos avergonzarnos del Señor, pues Él no ha dudado en hacerse hombre como nosotros para compartir nuestras angustias y para ofrecernos la salvación.
Quienes nos confesamos discípulos de Jesucristo hemos de estar siempre dispuestos a asumir la bella aventura de anunciar sin miedo y con humildad la misericordia entrañable de nuestro Dios y de dar un valiente testimonio de Él sin ocultar la identidad cristiana y sin mutilar la fe.
Para ello, hemos de seguir contemplando cada día el rostro de Cristo resucitado. En Él brilla el amor infinito del Padre hacia cada ser humano. Este amor, derramado en nuestros corazones por la acción del Espíritu Santo, nos permitirá actuar siempre con sentimientos de compasión y misericordia ante toda miseria humana.
Con mi sincero afecto y estima, feliz día del Señor.
Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara