Dos policías para toda la playa de Santa Cruz de Tenerife, agresiones de juerguistas a operarios de la limpieza en Barcelona, esperas de seis horas en urgencias en Palamós, mafias de la prostitución en Baleares… El aumento de turismo en España, además de saturar playas y calles, desbordando a los trabajadores de los servicios públicos, que no dan abasto, provoca el hartazgo vecinal. Por tierra, mar y aire. Una invasión de turistas abarrota España, dividida entre los que se frotan las manos por los beneficios económicos –se estima en 65.900 millones el gasto- y los que sufren la saturación en playas y calles. En total, unos 74 millones de extranjeros veranearán en España, la mitad de ellos, turistas redireccionados de países en conflicto, como Turquía o Egipto, según los datos de la patronal turística Exceltur.
En Mallorca han aparecido pintadas con pocos precedentes en España: “Fuera turistas”. A Ginés Díez, secretario general de la Federación de Servicios de CC OO en las islas Baleares, le preocupa. “Eso no es bueno. Palma está muy masificada y es normal que la gente se canse –opina–.
El crecimiento de turistas es brutal. Las ciudades y playas están masificadas y está provocando una erosión en la relación entre residentes y veraneantes. Al turismo tradicional se le suman los prestados de otros países en conflicto”.También en Ibiza hay tensión. Esta vez, por los elevados alquileres que, por falta de oferta, afrontan los empleados de la hostelería. Muchos han tenido que volverse a la Península por no poderse pagar una habitación.
En la Comunidad Valenciana, destino tradicional del turismo nacional, se ha notado también el aumento de visitantes extranjeros. “En la playa de El Saler [Valencia] no suele haber tanta gente, y este año nos llegan campamentos de chavales ingleses y autobuses llenos de cruceristas franceses”, explica Ana Abril, de 28 años y patrona de una embarcación de salvamento de Cruz Roja. alarmantes cifrasA más gente, más siniestros.
Pese a las medidas de seguridad, hay un triste récord de ahogamientos en lo que va de año. El pasado 10 de agosto ya eran 283 las personas que habían muerto ahogadas en playas o piscinas en España, una cifra muy superior a las 234 en la misma fecha del año pasado.
Son datos aportados por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo. El 88 por ciento de los ahogamientos se han producido en espacios donde no había ninguna vigilancia en el momento del incidente, y el 51 por ciento de ellos, en las playas. La mayoría de los fallecidos son españoles, y un 15 por ciento tenían alguna nacionalidad europea.
Las zonas negras del mapa son Canarias, Galicia y Andalucía. Cantabria, Murcia y Asturias tienen las playas con menos muertes. Desde la Federación de Salvamento se exige una regulación nacional en materia de seguridad acuática y de formación a los socorristas. Hoy, solo si la playa está catalogada como de gran afluencia, algo que corresponde a los ayuntamientos, debe tener un dispositivo de vigilancia y salvamento.
Galicia es la única comunidad que tiene una legislación en esta materia. Pero el alto coste del curso obligatorio para los socorristas –unos 1.300 euros por 450 horas de formación– ha dejado plazas sin cubrir y playas sin seguridad.
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