“El Pokémon Go puede generar el mismo efecto que el consumo de estupefacientes”, afirma una experta en neuromárketing. El videojuego arrasó el pasado verano, pero psicólogos y especialistas advierten del peligro que puede acarrear abusar de este entretenimiento. La realidad virtual en la que se mueven los cazadores de estas criaturas los expone a riesgos reales por distracción. Además, podría esconder perjuicios para la salud como la ansiedad o el aislamiento. "Me acabo de encontrar a este bicho que dice que ha venido a pasar la Semana Grande de Santander”.
Íñigo de la Serna, recién nombrado ministro de Fomento, subió a las redes sociales una foto con Bulbasur el pasado verano, cuando todavía era alcalde de Santander. El texto iba acompañado del hastag #PokemonGo, el nombre del videojuego que ha revolucionado medio mundo. La clave de su éxito: sacar a la calle a estos cazadores, quienes se valen del sistema de GPS de sus teléfonos móviles para buscar a estas criaturas por la ciudad. Un fenómeno que saltó a la fama el pasado mes de junio y que, con 500 millones de descargas, ha batido récords. Según App Annie, una compañía que analiza las aplicaciones, Pokémon GO generó unas ganancias de 600 millones de dólares en apenas 90 días. Sin embargo, detrás del éxito, advierten los expertos, podría haber graves peligros para la salud de sus usuarios.
“El estrés, la pérdida de empatía, la depresión y los trastornos del sueño y de la atención son las consecuencias que se derivan directamente de la adicción a los videojuegos”, explica Manfred Spitzer, psiquiatra y neurocientífico alemán que estuvo en España recientemente en unas jornadas organizadas por la Obra Social La Caixa y la Fundación Aprende a Mirar. Pero el Pokémon GO no es un videojuego cualquiera.
“La diferencia con los otros es que este es un videojuego de competición en la calle. Los grandes jugadores lo desprecian porque lo consideran infantil y no competición pura. Ha sido un ‘boom’, aunque caerá en declive si no lo actualizan”, considera Francesc Perendreu, presidente de la Asociación Catalana de Adicciones Sociales (Acencas). Hace apenas unos días, los creadores del videojuego anunciaban novedades para reenganchar a sus seguidores, que ahora tendrán bonificaciones extra por visitar a diario una pokeparada.
“La parte negativa de Pokémon Go es que parece un juego inocuo porque no desprende agresividad, pero causa adicción. Por ejemplo, en el patio del colegio, los niños se dedican a cazar pokémones en vez de a almorzar”, explica Perendreu, que está en contacto permanente con chavales con distintas adicciones. El 25 por ciento de ellas, advierte, vienen dadas por las nuevas tecnologías. El pasado verano, alertó a los padres de los graves riesgos que pueden llegar a causar juegos como Pokémon Go, con los que los niños pueden perder la noción del tiempo y la realidad. Una adicción a los videojuegos, añadía, provoca sedentarismo, que causa obesidad infantil y pone en riesgo la salud cardiaca, lo que podría “desembocar en infartos de miocardio en la edad adulta joven”.
La culpa no es solo de los críos: “Existe un grado de responsabilidad de los padres. Se piensan que como su hijo no sale ni se droga no pasa nada, pero un niño de 12 años no tiene que estar encerrado en una habitación con el ordenador –opina el presidente de Acencas, que añade–: Hay un problema de base en la personalidad del propio chaval: fracaso escolar, aislamiento, tendencia a la furia… Estos juegos cada vez son más violentos. Hay uno que se dedica a violar a mujeres. Se puede llegar a hacer una traslación a la realidad”.
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