“No veo ninguna razón por la que la gente de Cataluña no puede tomar su propia decisión sobre si quieren formar parte o no de España”. En su viaje a Estados Unidos, enviados del Gobierno catalán celebraron como un gran éxito el apoyo del congresista Dana Rohrabacher, miembro del Tea Party, y ahora candidato a entrar en el Gobierno de Donald Trump. Pero las opiniones del congresista sobre otros temas bordean la xenofobia y el desprecio por la ciencia.
Los enviados del Gobierno catalán a Estados Unidos no lograron el apoyo ni la neutralidad de Obama. Ni siquiera una fotografía. Tampoco del jefe de la diplomacia, John Kerry. En la guerra soterrada que libran los gobiernos de Cataluña y España por conseguir o evitar apoyos más o menos explícitos al proceso separatista, los enviados catalanes, Roger Albinyana, secretario para Acción Exterior y Relaciones con la UE, y Jordi Solé, presidente de la Comisión de Acción Exterior del Parlamento catalán, pusieron una pequeña pica en la política estadounidense. En septiembre de 2015 lograron reunirse con cinco congresistas en Washington, “a unos pasos del Capitolio”.
Los dos embajadores del proceso independentista catalán consiguieron el mayor respaldo de uno de esos cinco políticos estadounidenses: el congresista por California Dana Rohrabacher, presidente del subcomité para Europa. Rohrabacher no tuvo empacho en expresar su apoyo a un referéndum en Cataluña e incluso no vio inconveniente en que si los ciudadanos catalanes lo decidieran así, se separaran de España. El congresista defendía la autodeterminación y citaba incluso la Declaración de Independencia de Estados Unidos como un aval para el proceso catalán.
El problema es que Rohrabacher, miembro del grupo ultra Tea Party y que ahora suena como un posible secretario de Estado en el Gobierno de Donald Trump, por quien hizo campaña, tiene un peculiar, cuando no extremista, punto de vista sobre la democracia y los derechos humanos. Sus visiones extremas abarcan casi todo lo que no es Cataluña y la marihuana, de cuya legalización para usos terapéuticos y recreativos es un firme partidario. Incluso en lo referente al funcionamiento mismo de la democracia y los posibles procesos de secesión o separatismo.
Durante la presidencia de Obama, y al preguntársele sobre si el estado de Texas (mayoritariamente conservador) podía separarse del resto de Estados Unidos, el congresista respondió: “Si en un lugar todo el mundo vota, incluidos los negros, ese estado tiene el derecho a separarse”.
En Catalunya, sobra decirlo, blancos y negros empadronados tienen derecho a voto.
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