Empresas de Gran Bretaña campan por las costas españolas para animar a compatriotas a inventarse quejas por intoxicación durante sus vacaciones. En los últimos meses ha habido una explosión de reclamaciones, con un crecimiento del 700 por ciento.
Detrás, un timo bajo el lema “consiga sus vacaciones gratis”. Sin pruebas ni certificados médicos, bufetes del Reino Unido solicitan cuantiosas indemnizaciones a través de turoperadores que las descuentan a los hoteles. El sector español se rebela contra estas prácticas, que califica de “mafiosas” Matrimonio con un bebé cambia sus días lluviosos del invierno de una ciudad a 50 kilómetros al norte de Londres por el asegurado sol y temperaturas veraniegas en el sur de Tenerife. Una semana en régimen de todo incluido por poco más de mil euros toda la familia. En los alrededores del hotel, un compatriota los aborda. La oferta es inmejorable: “Reclama y consigue que estas vacaciones te salgan gratis. No tienes que pagar nada, nos cobraremos de la indemnización, si la logramos. El papeleo también corre de nuestra cuenta”. La pareja puede recuperar lo que se ha gastado y, además, llevarse un pellizco para volver a irse de vacaciones. Se reclamarán en torno a dos mil euros por persona por una supuesta intoxicación provocada por algo que haya comido o bebido en el hotel; de ese dinero, cada huésped obtendrá unos mil euros. El resto se lo repartirán la compañía que capta la queja y el bufete que la tramitará. La pareja puede conseguir hasta 3.000 euros tras haber descansado al sol canario. Buena jugada, piensan muchos.
Las reclamaciones de turistas británicos se han multiplicado por 700 en toda España en 2016. Sin pruebas Esas son las artes que manejan cazaquejas ingleses en España. Se les conoce como claims farmers (granjeros de reclamaciones). En el sur de Tenerife han fletado una “clínica de reclamaciones”, una furgoneta amarilla que recorre las zonas de playa con explícitos rótulos para captar clientes.
Es la última moda en Canarias, Costa Blanca, Mallorca y, algo menos, en la Costa del Sol. Lugares en los que reina el todo incluido. “No sabemos cuántas causas puede haber abiertas, pero sí estimamos que ya suponen más de cien millones de euros. Y esto es solo la punta del iceberg”, alerta Ramón Estalella, secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat).
Los buscaquejas surgen al calor de la ley británica, que no exige la carga de la prueba para acudir a los juzgados, y de empresas poco escrupulosas que cursan reclamaciones sin demostrar el daño. Luego la presentan ante el turoperador que vendió en Inglaterra el paquete vacacional. Y este avisa al hotel español de que en su próxima factura le descontará la indemnización. En algún caso el mayorista ha retenido hasta 250.000 euros al hotelero español. Es una operación sencilla y el negocio redondo, con un público potencial de 17 millones de visitantes, los que acuden desde Reino Unido a España cada año.
“Son casos fraudulentos muy obvios. Los huéspedes no reclamaron ni dijeron nada durante su estancia. Además, los textos de las quejas son idénticos; solo cambian fechas y nombres –cuenta Fernando Josa, director del hotel Marylanza Suites & Spa de Playa de Las Américas, en Tenerife–. Que no se presenten informes médicos, solo una simple factura de farmacia o un diagnostico hecho por teléfono por un médico inglés, o que la queja llegue hasta dos años después de la estancia en nuestro establecimiento son detalles sospechosos”.
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