La gastronomía jadraqueña vuelve a protagonizar una jornada festiva, esta vez, con motivo de las celebraciones de San Blas este año hoy viernes 3 de febrero. Como es tradición, en los hogares jadraqueños se cenará la tarde noche de San Blas el típico “mollete”. Las panaderías y la tahona local ponen a la venta miles de “molletes”, elaborados a base de pan blanco y de distintos tamaños para saciar los apetitos más exigentes.
La elaboración del “mollete” es sencilla pero suculenta. El pan se rellena con tortilla de patata, lomo y chorizo “de la olla” y, de postre, naranja. Se recupera así una tradición antigua, cuando hace años los mozos y mozas de Jadraque llevaban en su hatillo el mollete para ir a bailar a la fiesta del día de San Blas, a la vecina localidad de Villanueva de Argecilla y recorrer a pie los poco más de 3 kilómetros que separan Jadraque de la vecina población villanovense.
Habitualmente, cada 3 de febrero con motivo de la festividad de San Blas, en Villanueva de Argecilla se programan distintos actos, dedicados a su patrón. Por la mañana está prevista la misa y procesión con el santo y la bendición de las rosquillas a la puerta de la iglesia, dulces que todavía hoy elaboran artesanalmente las vecinas de Villanueva para agasajar a los forasteros junto con un chato de moscatel.
Precisamente, la procesión de San Blas en Villanueva, en la que suelen participar numerosos jadraqueños, mantiene la costumbre de “apedrear” al santo, tirándole caramelos. Se trata de recordar que a San Blas se le atribuye el milagro de haber salvado la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. De ahí, que a San Blas se le atribuyan las curaciones de garganta y este sea el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta. Al terminar los actos religiosos, en Villanueva, oriundos y forasteros besan la reliquia de San Blas que se conserva en la parroquia.