El verbo ‘duendear’ no tiene entrada en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Pero habría que inventarla. Con una acepción que bien podría ser esta: efectos y afectos que provocan los seres fantásticos e imaginarios que habitan en determinados lugares y mentes y que conceden, a quienes los sienten y padecen, la facultad de recrear mundos e insinuaciones mágicas. Porque eso es ‘DuenDeanDo’, la muestra pictórica que hasta el próximo 23 de marzo se puede ver en la Sala de Arte del Centro Cultural de Valdeluz. Un viaje cromático en el que los duendes asoman cuando menos te lo esperas. Que no se dejan ver pero uno siente que están ahí. Por todas partes. De un lado para otro. Se esconden, aparecen, intimidan. Que para eso son personajes mágicos que campan a sus anchas.
De profesión abogada, Esmeralda Gonzalvo ha encontrado en la pintura una válvula de escape. En busca de sí misma. El resultado de una etapa vital de cambio. O de transformación. Con esta muestra pictórica de enorme riqueza cromática, la artista madrileña recurre a distintos elementos que crean la sensación de movimiento. De agitación y tránsito hacia alguna parte. ‘Duendeando’, ‘Caballito de mar’, ‘Libertad’ o ‘Luciérnagas’ ejemplifican esa idea de metamorfosis y arte en evolución. Son historias en las que el caballito de mar se mece en el agua, las luciérnagas se mantienen suspendidas en el aire y la libertad fluye hacia otros mundos mejores que este, otras experiencias vitales.
El conceptualismo onírico de la pintora madrileña distorsiona las formas para idealizar el mensaje. Es como si predominase el concepto del proceso artístico sobre el resultado final. Y en esa búsqueda del yo, Esmeralda Gonzalvo se atreve con todo. Ceras, acrílicos, pastel, óleo o acuarelas. Con ‘Ofelia en tiempos de guerra’ alcanza esa culminación. Es el cuadro que ilumina al resto. El faro que evita que el espectador termine por encallar. Una apuesta por el mundo de las mujeres en la que la autora incide en la importancia que tiene el factor femenino en el mundo en el que vivimos. En el que reivindica la figura de la mujer como salvadora de un universo en decadencia. “Ofelia tiene el pelo en llamas, se encuentra especialmente amenazada y, pese a esa contrariedad, demuestra entereza y determinación para seguir adelante en su labor de salvar al mundo”, dice la autora de su obra más emblemática.
Con esa formidable riqueza de colores, matices y texturas que impregnan su obra y la utilización de las diferentes técnicas pictóricas, el trazo de Esmeralda Gonzalvo es firme, contundente. Pero también insinuante, sinuoso y atrevido. Es como si la artista madrileña quisiese experimentar en carne propia ese viaje de reconocimiento de uno mismo. Para luego llegar a la conclusión que es el duende el que en realidad lleva las riendas de las constantes vitales.