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Juan Gómez-Jurado ha protagonizado la segunda 'Noche Literaria', en la que es una iniciativa conjunta de Paradores y del Ayuntamiento de Sigüenza. Fue la concejala de Cultura, Sonsoles Arcones, quien se encargó de presentarla, refiriéndose a la condición de la ciudad como patria de El Doncel, eterno lector. “¿Qué mejor lugar del mundo para hablar de libros entonces?”, dijo.
Además, la concejala calificó de “magnífica” la idea de compartir una velada con un escritor relevante cada mes, “que nos pareció muy interesante y que acogimos con gusto desde que el director del Parador de Sigüenza, José María Pérez Reverte, nos la propuso”, dijo.
Como en la anterior ocasión, en un formato abierto al público y en el Salón del Trono, correspondió al director de comunicación de Paradores, Ramón Ongil, conducir la tertulia-entrevista con el protagonista de la noche. Empezó Ongil por revelar que, curiosamente, ambos nacieron un 16 de diciembre, sagitarios, por tanto, “del mismo año”, bromeó.
Con ese prólogo, que dio comienzo a una charla distendida, Ongil le recordó a Gómez-Jurado la frase de uno de sus personajes, que afirma “que cualquier actividad que dure más de tres minutos, es una pérdida de tiempo”. “Evidentemente mis personajes no soy yo, aunque yo sea todos mis personajes. Nadie puede escribir de nada que no sea sobre sí mismo. Uno vuelca en las páginas de los libros las historias que le apasionan, y sí, habla de uno mismo, pero entendido como lo que uno tiene dentro. Por tanto, hay que hacer el enorme esfuerzo de reconocer en tu interior esa historia y de poner tu propio ego a su servicio. Me considero uno de esos autores que desean contar algo con tanta fuerza, que pensamos que está por encima de nosotros. Por eso, cuando escribes algo que no va a hacer que quien lo lea se divierta, lo tienes que eliminar”, dijo.
Ongil le preguntó a Gómez-Jurado por sus manías a la hora de escribir, recordando algunas de las más conocidas de otros grandes autores, como García Márquez, que lo hacía descalzo, o Cela, que era incapaz de recargar sus plumas estilográficas, o el propio Antonio Gala, que escribe “entre sus piernas con una letra diminuta”. El protagonista no dio mucho crédito a los tópicos. “Los escritores somos seres humanos, hacemos las mismas cosas que los demás. Sin embargo, tenemos un trabajo, que es escribir, que nos obliga a luchar contra el síndrome del impostor. Cuando editas un libro, piensas: 'esta vez sí, se van a dar cuenta que soy un inútil'”. Gómez-Jurado bajó al suelo esa parte de la creación. “Me siento en el ordenador, con un programa que me ayuda a colocar los párrafos, y escribo. Así de sencillo. No hay más secreto que el culo bien apoyado en una silla cómoda, porque vas a pasar las siguientes seis o siete horas tratando de sacar una historia de tu cabeza”. VER FRAGMENTO DE LA TERTULIA
A continuación, el director de comunicación de Paradores fue desvelando algunos de los aspectos de la personalidad y de la cotidianidad de Gómez-Jurado que le hicieron calificarlo de “caja de sorpresas”. Uno de ellos fue en de ser un “almacén de datos andante”. Ongil, le puso a prueba mostrándole tres banderas del mundo –una de esas informaciones que retiene en su cabeza- de dos países africanos y uno asiático, provocando uno de los momentos más divertidos de la tertulia. Acertó dos y estuvo muy cerca de la tercera. Igualmente Ongil desveló que el protagonista es “un loco de la cocina a baja temperatura”. “Hay muy pocas cosas que me hagan desconectar, y una de ellas es cocinar”, confirmó el escritor.
También quiso saber el entrevistador por qué localiza sus novelas en ciudades fuera de España, algo que no siempre es así, según aclaró el protagonista. “La respuesta fácil es que quiero que me las compren para un guion de Hollywood, pero es más cierto si me refiero a mi quinta novela, El Paciente, y digo que su argumento transcurre en Washington, cuenta como un neurocirujano de talla mundial regresa a casa y su hija no está. Es viudo. Halla a la niñera muerta. En la página 40 del libro se descubre que ha habido un ser maquiavélico que la ha secuestrado y amenaza con matarla si su próximo paciente no muere en la mesa de operaciones. Es nada menos que el presidente de los Estados Unidos. Ahora imagínate esta historia en España (…) Es imposible que empatices con algo que tienes demasiado cerca. Es la historia de un médico, de un rey o alguien que está al mando, y su hijo. Si lo hubiera contado con algo demasiado pegado a nuestra realidad, no hubiera funcionado. En realidad, la respuesta también podría ser: porque sí, porque funciona y ya está”, dijo.
Surgió a continuación, y a colación de la publicación de un libro de la Editorial Siruela con el sugerente título de 'Manual de remedios literarios, cómo curarnos con los libros', que si los suyos son un remedio para algo, aludiendo a que 'Cien años de soledad' lo es contra el miedo a la muerte, 'Ensayo sobre la ceguera' de José Saramago, contra el miedo al compromiso; y para el dolor de muelas, 'Ana Karenina' de Tolstoi. “¿Tus libros son un antídoto para algo?”, preguntó Ongil. “Es una pena que no esté en mi sitio otro autor, porque te podría responder que para el insomnio”, bromeó. “No tengo ni idea. Yo solo se contar una historia para que la gente no se pueda dormir mientras la lee, que le haga desconectar de su realidad”, siguió.
Para finalizar la tertulia, se refirió Ongil a su dualidad como periodista y escritor, a su actividad frenética y a su opinión sobre internet. “Uno solo puede ser escritor si está mal de la cabeza, y sólo puede ser periodista si tiene la firme intención de ser pobre. En mi caso, sólo digo la verdad cuando escribo mis novelas. ¿Cómo es posible esto? Porque el periodismo hoy en día ya no permite decir la verdad. Hay tantos matices, tantas posibilidades que, o dedicas cuatro páginas a describir todos los ángulos de una noticia, o das retazos de información que la gente, que probablemente tenga ya su juicio de valor hecho cuando empiece a leerla, interpretará como pueda. Descartamos entonces el periodismo como fuente de verdad. Yo más bien creo que lo que es hoy, es un espectáculo, que tiene poca influencia en los ciudadanos. Por el contrario, escribiendo puedo decir la verdad, y eso que todo lo que cuento es mentira. Sin embargo, dentro de mi reconozco que hay algo que necesito contar. Y cuando ese algo está lleno de verdad, triunfa entre la gente, porque lo sostiene algo que funciona”, aseveró.
Sobre el pensamiento en Internet, el escritor opinó que “no existe”. “Hemos dejado de lado algo fundamental que es ponerse en el lugar de otra persona, asumir su posición y aprender de ella. En internet, en las redes sociales, nadie está predispuesto a escuchar y, cambiar de opinión si es convencido. Por eso es bueno dedicarle tiempo y espacios como el de hoy a que la gente se pare a charlar y a hablar sobre libros”.
Para terminar, y poniendo sobre el tapete la obsesión de Juan Gómez-Jurado por los superhéroes, que certificaron los estupendos calcetines de Hulk que llevaba puestos, Ongil le regaló una figura de Star Wars, Jyn Erso, y también otras dos, una de Spiderman y otra de los Simpson, que cumplen ahora 30 años.
El director de comunicación de Paradores cerró la tertulia con una frase dedicada al autor, hilando en ella los títulos de sus libros. “Batman mola más que tú, que eres el séptimo príncipe, y aunque tengas un contrato con dios, hay que ser como el paciente, para que no se repita la historia secreta del señor White. Actuemos pues, como el espía de dios para evitarnos representar el emblema del traidor. Después de escucharte creo que la leyenda del ladrón no es nada comparada con la mascare de Virginia Tech, donde una cicatriz consiguió que Alex Colt se convirtiera en cadete espacial. VER FINAL DE LA TERTULIA.
Juan Gómez-Jurado atendió amablemente a todos los lectores que quisieron saludarle y que les dedicara un libro, y, quienes quisieron continuaron la velada con la cena con el escritor.