El centro de la Mujer de Sigüenza analiza la biografía de Carmen de Burgos, la primera mujer periodista de España

Estamos hablando de Carmen de Burgos y Seguí, también conocida como “La Colombine”. Perteneció a una familia burguesa del S.XIX, su padre y su tío ejercieron el cargo de vicecónsul de Portugal, lo que proporcionó a Carmen y a sus hermanos una seguridad económica y una educación acorde con su rango.

Nuestra protagonista, al igual que su madre, también se casó muy joven, enfrentándose a los progenitores de ambos contrayentes, pues el novio era 14 años mayor que ella, pero Carmen se enamoró del poeta sarcástico y periodista Arturo Álvarez Bustos, con el que colaboró activamente en su periódico.

El matrimonio desembocó en un irreparable fracaso, pese al inicial enamoramiento. Ella que había decidido estudiar magisterio, se mantuvo en la escuela de Santa Teresa en Almería hasta 1901, cuando aprobó las oposiciones de profesora numérica de la sección de letras de la Escuela Normal de Maestras de Guadalajara.

En 1903, se convirtió en la primera mujer redactora de un periódico español, “El Diario Universal”, donde su director le concedió la columna diaria titulada “Lecturas para la Mujer” y la bautizaría con el sobrenombre de “La Colombine”.

A comienzos del año siguiente, tiene lugar uno de los principales trabajos que Carmen va a realizar y que sienta las bases de su gran legado feminista en su columna: una encuesta sobre la necesidad de una ley del divorcio en España, porque ella sabía muy bien de las consecuencias de un mal matrimonio. Fue un acto valiente y osado que podía poner en peligro su brillante carrera periodística que empezaba a repuntar. En 1906, abrió una columna paralela en el Heraldo de Madrid titulada “El rostro de la mujer” donde se dispuso a publicar distintas opiniones sobre el derecho al sufragio de la mujer.

Con la Guerra de Marruecos, Carmen no quiso dejar pasar la oportunidad de convertirse en la primera mujer corresponsal de Guerra y no dudó en trasladarse a Málaga y zarpar definitivamente desde nuestro puerto para viajar a Melilla, ciudad situada en el centro de los hechos.

Poco a poco, su actitud feminista se va consolidando y abandonará su postura tímida, pasando a dar conferencias en las que expondrá la problemática de la mujer en cuanto a las diferencias educativas y proponiendo abiertamente la necesidad de una reforma que incluyese la coeducación de los dos sexos. Igualmente se atrever con la estructuración del seno familiar apostando por una nueva definición del matrimonio donde el esposo sea también compañero.

En 1915 Carmen descubrirá su otra patria, Portugal, y sellará su amistad para el resto de su vida con Ana de Castro, quien para Carmen, personificaba los avances logrados por la mujer en ese país, ya que Ana es la que dirigía la Cruzada de mujeres portuguesas, cuya meta era la defensa de los derechos de las mujeres y que será el germen para la futura Cruzada de Mujeres Españolas que, en 1921 fundaría nuestra Carmen y, a través de la cual, organizó una manifestación para hacer entrega en el Congreso de sus propuestas entre las que se encontraba la igualdad de derechos políticos y civiles, la ley del divorcio, la derogación de las leyes que encerraban a las mujeres en el desempeño de algunas carreras y empleos, la reforma del Código Civil que discriminaba a la mujer, la igualdad con el hombre en el Código Penal, o que desapareciera la prostitución reglamentada. El manifiesto fue recibido muy bien por parte de los diputados y compañeros sobre el sufragio femenino y el divorcio, aunque no se puede decir lo mismo del resto de propuestas.

Tras la publicación de su novela “Malcasada”, Carmen escribió el gran documento histórico “La mujer moderna y sus derechos”, obra que la consagrará como precursora del feminismo moderno en nuestro país. En ella plasma sus largos años de lucha en torno al problema femenino y recoge la evolución social de la mujer a las puertas de los acontecimientos más importantes que marcarán el primer tercio del S.XX español.

Durante la II República, la autora dedicó todas sus fuerzas a la defensa del sufragio femenino, de ahí que la concesión del derecho de ser elegibles y electoras a las mujeres, fuese un momento de culminación para Carmen tras largos años de lucha personal y colectiva.

Su actividad política continua con conferencias y mítines en cada rincón de Madrid, donde Carmen se atreverá con la abolición de la pena de muerte, hasta que, en 1932, mientras participaba en una mesa redonda organizada por el Círculo Radical Socialista sobre educación, sufrió su última crisis cardiaca.

Pero la guerra civil y la dictadura, fueron su auténtica muerte. Sus obras encabezaron las listas negras de autores prohibidos por las autoridades franquistas, fue maltratada por los críticos y escritores que recelaban de su importancia como escritora. De nuevo, a pesar de su intensa actividad y aportación histórica y literaria, si alguien conoce a esta mujer, es por su condición de “amante” del escritor Ramón Gómez de la Serna.

Afortunadamente, su producción literaria y sus años de lucha a favor de los derechos de la mujer se están redescubriendo con la investigación literaria e histórica, dándole el reconocimiento que se merece por su trabajo hacia la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, porque trabajó mucho y muy duro por los derechos de la mujer.