La Columna de Carlota
La Columna de Carlota con Jota : La Manada
sábado 28 de abril de 2018, 08:17h
Ya tenemos la sentencia de La Manada. La parte acusadora recurrirá la sentencia. Los acusados, también. Los jueces no han alcanzado la unanimidad. Media España está en la calle. Los blogs de los periódicos digitales están que echan humo, y en ellos se pueden leer todo tipo de opiniones, algunas de ellas dignas de análisis psicológico o psiquiátrico directamente.
Algunos se entretienen en las diferencias entre abuso, agresión y violación. Otros destacan la imparcialidad de los jueces que no se han dejado llevar por la opinión pública, que en su mayoría (por lo menos la mayoría que más grita) prefieren un linchamiento público de los acusados. Los de más allá dicen que ella nunca se negó ni movió un dedo para indicar que no quería, por lo que se puede entender que fue consentido o, al menos, no se puede entender que no fuera consentido. Los de más acá dicen que fue una violación en toda regla con varias circunstancias agravantes.
En mi opinión, el comportamiento de La Manada es deleznable, y no solo desde el punto de vista ético. También ha de serlo desde el punto de vista jurídico, y el derecho y los jueces no pueden pasarlo por alto, lo que implicaría un consentimiento tácito a dichos comportamientos. Y no me vale decir que la sentencia de 9 años es suficiente. Lo que queda es que la condena está en la parte baja de las posibles condenas que se les podría haber impuesto. Y lo que es peor y donde quizá reside la discusión, es en su conceptualización como abuso, y no como agresión ni violación.
Si se juntan cinco hombres para ir de manera planificada a fiestas multitudinarias con esas intenciones, es un simple tema de probabilidad que lo consigan. En San Fermín habría muchos miles de mujeres esa noche, o en cualquier otra noche de cualquier otra fiesta similar en otra población. Más del noventa por ciento llevarían alcohol en la sangre, y un porcentaje que no será pequeño, llevará más alcohol del que buenamente debería llevar, o incluso alguna otra sustancia. Basta con ir de mujer en mujer, preferiblemente las muy jóvenes que a duras penas están saliendo de la adolescencia mental (si es que no están inmersas en ella de manera plena) y entre el follón, el alcohol, el desenfreno, la juerga, etc. comienzan a hablar, se dan un beso, y se meten en un portal. Ahí, la rodean entre los cinco, y dan rienda suelta a sus intenciones. En ese momento, la chica reaccionará de una manera imprevisible. Seguro que el noventa por ciento de ellas empezaría a gritar y a patalear, pero las habrá que no. Las habrá que comenzarán a llorar. Las habrá que dirán que no de manera razonada y pausada (las menos), etc. etc. Y las habrá, como la de este caso, que se bloqueará completamente, cerrará los ojos y no acertará a decir ni una palabra.
Basta con que La Manada repita lo mismo una y otra vez, que seguro que al final dan con una chica que se bloquea y actúa como la de este caso. Repito, es un tema de probabilidad. Por esto, el comportamiento de La Manada es reprensible en su grado máximo. No es que pasaran por allí y de repente hicieran eso impulsados por el alcohol y un sentimiento de euforia inexplicable. No. Es que tenían un plan que llevaban haciendo muchos años poniéndolo en práctica con un objetivo muy claro, y al final lo consiguieron. Basta con encontrar una chica que se bloquee.
Este comportamiento debe ser castigado de manera tajante. Lo contrario significa abrir una espita por la que se puede colar todo tipo de abusos, agresiones y violaciones a las mujeres que en esa situación de pánico no sepan reaccionar y se queden bloqueadas.
A mí me falta conocimientos y experiencia en el Derecho Penal y su aplicación, y por tanto no puedo pronunciarme desde un punto de vista jurídico. Lo que sí puedo decir y digo es que hay dos alternativas. La primera es que si los jueces no han aplicado bien la ley a la vista de los hechos probados, entonces deberemos cambiar a los jueces (el tribunal de rango superior, una vez recurrida la sentencia, podrá hacer este cambio; no de los jueces, pero sí al menos de la opinión judicial). La segunda: si los jueces han aplicado correctamente la ley, entonces lo que habrá que cambiar es la ley, porque lo que tengo claro es que este tipo de comportamientos merecen una conceptualización y un castigo superior.