Fuentenovilla celebra, a caballo entre los días 30 de abril y 1 de mayo, una de las fiestas populares más bonitas de la villa, como es la los mayos. En la tarde de ayer, los quintos y quintas de este año, los primeros millennials que llegan a la mayoría de edad en el pueblo, nacidos en el año 2000, se encargaban de escoger, según la costumbre, cuál iba a ser el chopo a cortar.
Marina y Lucía, amigas de toda la vida, que este año llegan a su mayoría de edad junto a otros seisfuentenovilleros, contaban ayer que “nos gustan las tradiciones del pueblo”, aunque lo grabaran todo con sus móviles para compartirlo después en las redes sociales y se hicieran decenas de selfies y videos para recordar este día.
Este año los mozos lo han cortado en el paraje de la Fuente de Santa María, en la chopera de Paula. Lo que sí han hecho, como todos los años, ha sido elaborar limonada, bebida típica de la celebración. Después de echarlo abajo con una motosierra, “y no con el hacha, como era costumbre”, según explicaba ayer José Luis Rivas, veterano fuentenovillero y entusiasta de la tradición a la que ha faltado sólo un año, de los últimos 65, lo subieron a un remolque, acondicionado con unas cabrillas, o soporte de madera, para poderlo transportar adecuadamente. “Antes lo llevábamos a mano, o con las mulas”, sigue el veterano.
El palo recién cortado medía en torno a quince metros. En todo caso, y como ha pasado toda la vida, el mayo era “enorme” para los mozos de este año, y diminuto para los quintos de antaño. Al filo de las siete de la tarde, el mayo llegaba al casco urbano de la villa, por el camino de la Cuesta. En una Alcarria recién llovida, pero con sol en ese momento, el campo fuentenovillero estallaba de un verde intenso, precioso, con todas las fuentes que le dan nombre al pueblo manando agua en abundancia.
Así llegaron hasta el corralón, a la espalda de la Plaza Mayor. En torno a medio centenar de mozos de todas las edades lo descargaron en la calle Blas de Salcedo. El cielo algodonoso, seguía amenazando agua. De hecho, desde el alto de Fuentenovilla se apreciaba perfectamente como caía a lo lejos, probablemente en Ambite y Orusco. Sin embargo, la lluvia no llegó a volver a mojar la villa alcarreña.
En el mismo centro del Corralón esperaba un agujero tremendo, “siempre exagerado, para que no se caiga”, seguía José Luis Rivas, que iba a servir de cimiento al palo. Después de ponerlo en posición, los fuentenovilleros comenzaron a izarlo. Dirigiendo la operación estaba, naturalmente,el propio José Luis. Tardaron catorce minutos en hacerlo. Y se sirvieron para ello de las mismas cabrillas de las con las que lo habían transportado. Además, tres grupos de fuentenovilleros tiraban de sogas en tres direcciones distintas para ayudar a mantener el equilibrio del mayo mientras se izaba. “Este año ha sido más fácil, porque tiene menos volumen que otros”, valoraba el veterano.
También ha ido variando con los años la ubicación del lugar donde se alza. Se solía plantar en la plaza principal, “pero cuando se arregló, se ha cambiado de lugar, hasta estos últimos años, en los que se pone siempre en El Corralón”, cuenta el veterano.
Una vez izado, la ‘Fiesta de los Mayos’ se retomó a las doce de la noche de ayer, justo cuando abril se hace mayo.Fuentenovilla se reunió de nuevo a la puerta de la Iglesia, junto a la picota, para cantarle los ‘Mayos a la Virgen’. Después, los quintos pidieron permiso a la alcaldesa, Montserrat Rivas, para iniciar la ronda por el pueblo. Es tradición que se empiece por la casa del regidor fuentenovillero correspondiente y también que quien lo es invite a la ronda a moscatel y bollos. Naturalmente, Montserrat Rivas cumplió su parte.
Después, los músicos callejeros recorrieron las casas en las que hay mozas solteras cantándoles el mayo hasta altas horas de la madrugada. La ronda terminó pasadas las cinco de la mañana, después de haber cantado más de medio centenar por toda la localidad.
En la mañana del día primero de mayo, los quintos salieron de nuevo de casa en casa a cobrar el mayo. Cada vecino ofreció la voluntad, y, con ese dinero, la mocedad ha organizado una comida en la que la juventud ha invitado a familiares y a quienes han colaborado en la fiesta o cantando durante la noche.“Antes, se hacía una sopa y caldereta. Ahora, una parrillada”, terminaba de contar José Luis, que no ha fallado a su cita con los mayos tampoco en este año.