Ángel oscuro
Se sostiene como por arte de magia, boca abajo, ciego a pesar de que sus ojos están abiertos de par en par.
Permanece exánime sujetándose fuertemente a la rama seca de un árbol que no desiste en su empeño de cobijarlo mientras aguarda la noche.
Espera con paciencia a que llegue el crepúsculo para que rompa el cielo y lo divida en dos.
Antes de marcharse el sol, incendia el firmamento y lo embadurna de colores llenos de pasión.
Pero él es invidente e inmune a la bondad y a la belleza.
Despliega sus alas negras y nervudas, despereza sus garras y alza el vuelo aliándose con las sombras.
Se corona para reinar la noche. La oscuridad invade todo.
El miedo se apodera del mundo.
Natalia Sanchidrián Sainz