En el gobierno de la diócesis existen distintos organismos que tienen la misión de ayudar y aconsejar al obispo de diversas formas en la guía pastoral de la diócesis. Además de los miembros de la Curia diocesana, del colegio de consultores y del consejo para los asuntos económicos, el Concilio Vaticano II instituyó también el consejo del presbiterio y el consejo pastoral diocesano. Estos organismos deben ser ámbitos permanentes para el ejercicio y promoción de la comunión y de la sinodalidad en la diócesis.
Por medio del consejo de presbiterio, senado de los presbíteros que representa a todos los sacerdotes de la diócesis, el obispo recibe ayuda y consejo para el mejor servicio de la misma. Por eso, el Concilio Vaticano II nos recordará a los obispos la necesidad de escuchar a sus presbíteros, de consultarlos y dialogar con ellos acerca de las “necesidades pastorales y el bien de la diócesis” (PO II, 7).
El consejo pastoral diocesano, formado principalmente por laicos, es la estructura permanente más propicia para la concreción de la sinodalidad en la diócesis. Los miembros de este consejo son nombrados para contribuir de forma cualificada en la diócesis a la pastoral de conjunto promovida por el obispo y su presbiterio.
Además de estos dos organismos, en las Iglesias de rito latino, el sínodo diocesano representa “el vértice de las estructuras de participación de la diócesis”, ocupando en ellas “un puesto de primer relieve”. Con la convocatoria del sínodo, los bautizados de la diócesis, presididos por el obispo, son convocados y reunidos en nombre de Cristo para discernir en comunión fraterna los desafíos pastorales, para buscar nuevos caminos para la evangelización y para cooperar activamente en la toma de las oportunas decisiones, mediante la escucha del Espíritu.
El sínodo, al ser al mismo tiempo un acto de gobierno de la diócesis y de comunión fraterna entre todos los miembros del Pueblo de Dios, sirve también para renovar y profundizar en la conciencia de la corresponsabilidad eclesial de todos los bautizados, poniendo los medios para su participación en la misión confiada por el Señor a su Iglesia.
Al obispo, sucesor de los apóstoles y pastor de la diócesis, le corresponde ejercer siempre, especialmente durante la preparación y celebración del sínodo diocesano, el ministerio de la unidad y de guía de todos los diocesanos desde una actitud de escucha y de servicio a cada persona.
Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.
Atilano Rodríguez, Obispo de Sigüenza-Guadalajara