Debido a la importancia, relevancia y repercusión que ha tenido en medios políticos la decisión del juez Manuel García Castellón sobre el vicepresidente del Gobierno de España, a continuación se reproduce el editorial del diario ABC :
Iglesias, a un paso de la imputación
El juez Manuel García Castellón, instructor de varias piezas judiciales sobre los chantajes del excomisario Villarejo al Estado, ha concluido que Pablo Iglesias no merece seguir personado como víctima y perjudicado. Muy al contrario, el magistrado sospecha que el vicepresidente del Gobierno pudo incurrir en delitos de revelación de secretos y de destrucción de dispositivos informáticos por haber retenido durante meses, y probablemente años, la tarjeta de memoria telefónica de una asesora de Podemos muy cercana a él. Esa tarjeta sirvió hace tres años para filtrar a la prensa conversaciones comprometedoras y profundamente machistas de Pablo Iglesias, y además contenía imágenes íntimas y explícitas de esa subordinada. Sin embargo, el juez colige que Iglesias no solo llegó a hacerse con esa tarjeta a través de un editor de prensa, sino que además la destrozó tras conocer su contenido, y la retuvo, ocultándoselo a la afectada de modo deliberado. Mientras gobernó el PP, Iglesias siempre sostuvo que era víctima de las «cloacas del Estado», cuando en realidad fue él quien se apropió de una prueba con la que usar información a capricho y chantajear a terceros. Y fue él quien aparentemente engañó de modo inmoral a su subordinada, a la que utilizó como moneda de cambio para su promoción política. Es Iglesias quien ha estafado a la opinión pública. Siempre arremetió contra el PP por la eliminación del disco duro de varios ordenadores para borrar indicios de su contabilidad B, y ahora parece que él es el destructor de pruebas. Iglesias quería pasar por ser un ejemplo democrático cuando en realidad es el cinismo personificado.
Ha tenido que ser un juez quien delate la doble moral de Iglesias, porque ni la Fiscalía General que dirige la exministra Dolores Delgado ni este PSOE sumiso a Podemos iban a dejar de defenderlo. Si hubiese sido señalado un vicepresidente del PP, las calles de Madrid no serían lo suficientemente amplias para contener las protestas de la izquierda. Las caceroladas de hoy contra Sánchez e Iglesias serían pucheritos en comparación con la campaña de odio que habría orquestado la izquierda. Con todo, la conducta de La Moncloa es aún más condescendiente que la de la Fiscalía, que ha propuesto citar a la asesora para que perdone a Iglesias y así no verse forzada a actuar contra él. Sánchez y ministros como Marlaska se han convertido en rehenes de Iglesias, y por eso deben retumbar hoy en la conciencia del ministro del Interior -juez, como García Castellón- las palabras que pronunció en 2019, cuando acusó al PP de robar el teléfono de la asesora para perjudicar a Iglesias. Entonces, Marlaska habló de objetivos «abyectos» y exigió «responsabilidades políticas» al PP. Pero ahora no tendrá la dignidad de exigir la dimisión de Iglesias. Hoy son socios en la mentira.