Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara : La crisis ecológica
miércoles 24 de junio de 2020, 13:00h
En la encíclica Laudato Si, el papa Francisco reconoce la dificultad y complejidad que lleva consigo el tratamiento de la crisis ecológica. Por eso, teniendo en cuenta la repercusión de esta crisis en el mundo entero, desde una actitud de profunda coherencia, agradece las distintas aportaciones sobre el tema y valora las posibles soluciones que se ofrezcan para el cuidado de la casa común.
En estas aportaciones, no obstante, es preciso superar los extremismos. Esto quiere decir que no se puede admitir la postura de quienes defienden un progreso sin límites, afirmando que los problemas ecológicos podrían resolverse con la simple aplicación de soluciones técnicas sin tener en cuenta las consideraciones de tipo ético.
Tampoco es admisible la posición de quienes consideran que el ser humano es una amenaza constante para la naturaleza y perjudica con sus actuaciones el ecosistema mundial. Quienes mantienen esta posición afirman que, para evitar estos comportamientos del ser humano en su relación con la naturaleza, sería preciso reducir su presencia en el planeta e impedirle todo tipo de intervención en el mismo (LS 60).
Ante estas posturas extremas, la reflexión sobre la crisis ecológica debería aportar soluciones diferentes de tipo científico y técnico, puesto que no hay un único camino. La Iglesia, aunque no tenga la última palabra sobre determinadas cuestiones, tiene el derecho y la obligación de presentar la visión religiosa del tema para contribuir así a un debate honesto y abierto con el objetivo de encontrar la mejor solución al problema.
El Santo Padre lidera la convicción de que el Pueblo de Dios debe presentar el evangelio de la creación, pues la crisis ecológica tiene tal complejidad que, para encontrar soluciones completas e integradoras, es necesario escuchar los distintos puntos de vista sobre el tema y permanecer atentos a las distintas disciplinas del saber.
Además, la visión religiosa es necesaria porque muchos, en nuestros días, pretenden marginar la óptica religiosa en la causa ecológica. Ante quienes tienen la tentación de marginar lo religioso “desde el campo de la política y del pensamiento” o relegan la religión “al ámbito de lo irracional”, es muy importante mostrar “la riqueza que las religiones pueden aportar para una ecología integral y para un desarrollo pleno de la humanidad” (LS 62).
La experiencia nos dice que las convicciones religiosas ofrecen a los creyentes profundas motivaciones para el cuidado de la naturaleza y de los hermanos más frágiles. Por tanto, el olvido o marginación de las convicciones nacidas de la fe sería un gran empobrecimiento para todos.
Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.
Atilano Rodríguez, Obispo de Sigüenza-Guadalajara