Un golpe seco silencia el ligero murmullo. Los armaos meten el hombro en los banzos y quitan las horquillas. Aguardan. Al segundo golpe la imagen de la Pasión inicia el recorrido a paso de armao. Resuena ese peculiar ritmo que recorre las calles medievales, renacentistas y barrocas seguntinas en Semana Santa. Llevan haciéndolo siglos. Las imágenes adquieren viveza con el movimiento. Otro golpe ordena parar y colocar horquillas. Es momento de volver a ajustar casco, peto o espaldar, o ceñir la faja. Así recorren Sigüenza de Domingo de Ramos a Viernes Santo. El Miércoles, como en los entierros de hermanos, traje de dentro y luto en el color de la faja, que cambiará al rojo con la alegría del Domingo de Resurrección.
Pasos son también las imágenes de la Pasión que procesionan. Unos y otros pasos se fusionan gracias a los armaos. Los seguntinos son los únicos de este nombre en España que portan sobre sus hombros las imágenes de Cristo y su Madre.
Son días de armaos, pero el Viernes Santo es su gala. Por la mañana, la procesión de los Pasos recordando los pasajes de la Pasión. Por la noche, el auto sacramental del Descendimiento de Cristo en la Catedral y la procesión nos remontan al siglo XVII. A su término, otra vez golpes, tres. Una pregunta lacónica: ¿Quién? Firme la respuesta: Jesús el Nazanero, rey de los judíos.
Llega Domingo de Pascua. Nuevos golpes, de pólvora y júbilo. La Torrendera va en busca de Cristo resucitado. Como ya expresaron las constituciones de la Cofradía de la Vera Cruz del siglo XVI, la mudanza de los tiempos exige cambios y ahora son las hermanas de carga quienes portan la Virgen de la Alegría. El estruendo del Judas nos recordará que falta un año para volver a contemplar y escuchar Sigüenza a paso de armao.
Pedro Ortego Gil
Armao