El Alba gana en Andorra y alcanza los 39 puntos

Dice el refrán que si la vida te da limones, hagas limonada. Si los limones te los tiran con una sensación térmica de 16 grados bajo cero, lo que debes hacer es un granizado. Y el Albacete lo saboreó. Un granizado bien grande, compuesto por 39 limones y que es casi tan dulce como este equipo, el que sabe sufrir si el trago es amargo. Y el de lo hoy lo fue. Pero lo masticó. Lo tragó. Cada trocito de hielo para ponerse más caliente que nunca.

El Albacete, que va rompiendo récords como si fueran bloques de hielo en una película de Kung fu, logró su primer triunfo oficial más allá de territorio español. Con una nueva puerta a cero, el equipo más goleador de Liga Smartbank supo cómo jugar cada momento del partido. Por tramos, a cada cual más exigente, el cuadro albaceteño se amoldó para adaptarse a cada situación.

Una primera parte densa, sin mucho movimiento en las áreas, remarcó la igualdad entre ambas escuadras. La mejor ocasión corrió a cargo del equipo local. Pasada la media hora, un saque de esquina se convirtió en un peligro que mitigó Higinio porque a todo le pone corazón. Porque nada de lo que le ocurra en las áreas le es ajeno.

La segunda mitad fue bien distinta. El Alba salió decidido, convencido de que era capaz de ganar a un gran equipo en su casa. Porque ya lo ha hecho otras veces este curso. Antes de la hora de partido, Dubasin, un pingüino en su hábitat, arrancó en su enésimo eslalon hacia los dominios andorranos. Sufrió una falta que conllevó, tras revisión del VAR, la expulsión de Pastor, zaguero local. Superioridad numérica que el Albacete transformó en superioridad territorial.

Llegadas, avisos y ocasiones, cada cual más clara que la anterior. Olaetxea con una brillante acción personal, Glauder volando alto o Mesa con un cabezazo que se estrelló en el larguero, subían la temperatura para llevarla al punto idóneo de cocción para lo que iba a cocinar el equipo. Y no sería otra cosa que un golazo.

En el minuto 74, Maikel Mesa giró la bola con entusiasmo, rapidez y brillantez a la banda derecha para que controlase Higinio. El delantero, fuera del área, supo dónde ponerla para que Fuster controlase y lanzase a puerta. El balón entró tras desviar en un defensor local. Locura sobre hielo y trabajo coral a la altura de este grupo.

De ahí al final no se movió nada, pero pasó mucho. Ante todo ello, el Albacete respondió con la entereza que lleva demostrando 24 jornadas. Así cerró un triunfo dedicado a todos los albacetistas, pero especialmente a los que hoy estuvieron en Andorra y a los cientos que estuvieron el pasado mes de mayo. La sensación es distinta, pero el aliento, aunque más frío, se notó igual.